«Me gustaría que pusieras algo de mi hermano, se llama Antonio Carlos y él me enseñó de pequeño todo lo que sé de fútbol, pero ya lo ha dejado. Cuando era un niño él me llevaba a jugar a fútbol con sus amigos, gente más mayor que yo. Era un mediocentro con llegada al área, pero no tuvo suerte», apunta Isco antes de despedirse. Acaba de lograr la medalla de bronce con la selección sub´17 en el Mundial de Nigeria y ha regresado a los entrenamientos con el Mestalla con la humildad que va camino de guiarle a la élite, pero su petición, impropia de un chico de su edad cuando hace sus primeras entrevistas y ya se imagina en la élite, es el fiel reflejo de cómo es: humilde y muy agradecido por la educación que le ha inculcado su familia. «Se les echa de menos, pero espero que vengan pronto», apunta. No había mejor souvenir para su familia que regresar de Nigeria con una medalla colgada al cuello, «se la regalé a mi madre por su cumpleaños, que fue el día después de conseguirla al ganar a Colombia». Isco es una de las perlas de la cantera, obligada por la situación económica del club a nutrir de futbolistas el primer equipo en un futuro próximo, actuando como mediapunta. Hay quién empieza a compararle con Silva, por la enorme calidad que tiene en sus botas y el último pase, su rapidez con el balón pegado a su pie derecho más propia de un velocista, y en los entrenamientos se permite el lujo de hacer alguna ruleta, pero es pronto. Eso sí, con escucharle es suficiente para darse cuenta que tiene las ideas muy claras en su cabeza y no llena de pájaros: «Todavía no he conseguido nada».

—El Valencia le fichó hace cuatro años procedente del Atlético Benamiel —equipo de Málaga—, ¿no sería del Madrid?

—No era del Madrid de pequeño, diría que soy un poco antimadridista aunque uno no sabe dónde va a estar su futuro, pero es un equipo que a mí nunca me gustó. Me da la impresión que es un club prepotente por cómo son los jugadores. Sin humildad no puedes llegar a ningún lado.

Los valores de África

La estancia en Nigeria ha enriquecido mucho a los 21 internacionales de 17 años, como describe Isco: «Nigeria no está tan mal como lo pintan, hay gente buena y mala, pero como en todos los sitios. La policía nos protegió bien, como ya nos advirtieron en Madrid antes de viajar, porque la FIFA no quería que hubiese ningún problema y nunca tuvimos miedo. Es cierto que no nos dejaban salir mucho del hotel por el tema de seguridad y por las enfermedades que se podían coger, como la malaria o las fiebres, pero nos entreteníamos más en las habitaciones jugando a la play, con Internet…». ¿Qué imagen se le ha quedado en la cabeza tras esta experiencia? «La tendré grabada para siempre. Recuerdo que cuando íbamos a los campos, los chiquillos pequeños salían corriendo detrás de nuestro autobús, tocando los pitos que tenían y siempre con una sonrisa. Era muy bonito. Me sorprendió la gente, porque no tenían ni para comer y siempre estaban animándonos y gritando. Parecía que les gustara nuestro país (risas). En África, cuando menos cosas tiene la gente más te ofrece, porque aquí es diferente. Allí no tienen nada y te acogen muy bien, valoras y aprendes a no quejarte tanto, si ellos tuvieran lo que tenemos nosotros serían los más felices del mundo y nosotros allí, al vernos sin nada, nos sentimos vacíos. Aprendes a valorar mucho nuestra situación, allí hay hambre, poco dinero, muertes por enfermedades».

Con esas imágenes, el fútbol pasaba a un plano secundario porque los componentes de la ´Rojita´ se consideran unos afortunados, pero sobre el césped pelearon hasta el final por ganar el Mundial Sub´17. Comenzaron apretando hasta el fondo el acelerador, ganando a Estados Unidos, Emiratos Árabes Unidos, Malaui y Buskina Faso, necesitaron los penaltis para derrotar a Uruguay y acceder a las semifinales (con el valencianista en plan estelar), pero ahí llegó el cruce fatídico contra Nigeria. «Perdimos 3-1, pero se rumorea que había un par de jugadores que ya habían jugado el Mundial Sub´17, eso se publicaba en la prensa local», dice Isco, antes de colgarse la medalla de bronce al ganar a Colombia con un gol suyo: «Estamos satisfechos con la medalla de bronce, pero visto lo visto, cuando jugamos las semifinales pensábamos que podíamos jugar la final, pero cometimos unos errores que no se pueden tener si quieres ganar un Mundial. Éramos un buen grupo e hice migas con todos, siempre estábamos bromeando unos con otros, aunque me relacioné más con los del Barça». ¿Se parece el mediático del Athletic Muniain a Bart de Simpson? «Bueno, tiene un aire pero tampoco tanto, es rubio con los pelos de punta», bromea el malacitano de 17 años, que siempre se ha tomado el fútbol con la máxima seriedad, y si no, que se lo pregunten a su madre. «No faltaba a ningún entrenamiento aunque tuviera excursión con el colegio. El día que llovía mi madre me decía que no iba a entrenar, pero la convencía por si paraba de llover… y la hacía subir y bajar aunque no entrenáramos. Esto del fútbol es muy complicado, hay que seguir trabajando y el Mundial ha sido lo más importante que he vivido hasta ahora, por eso tenía ilusión, pero ahora hay que intentar sacar al Mestalla de abajo, que es lo que nos toca. No es lo mismo jugar en Segunda B que en Tercera, vamos a trabajar para lograr la salvación porque queda mucho y estamos en esa línea, a ver si conseguimos un par de resultados positivos que nos den confianza. Ganar en Terrassa es muy importante, son el colista y vamos a ganar, que nadie lo dude».

Política de cantera

Manuel Llorente ya ha dejado claro que a partir de ahora van a tener más protagonismo los jugadores que destaquen de la cantera. La crisis económica aprieta y es el momento para que los principales valores de la escuela, el malacitano lo tiene claro: «Eso es lo que nos puede favorecer a la gente que persigue el sueño de jugar en el primer equipo, esa situación nos beneficia si lo aprovechamos». Isco empieza a trazar el camino.