Un hijo llega a casa tarde y su ropa huele a tabaco. En ese instante comienza la siguiente conversación entre padres e hijo: «¿Has fumado?». «No, yo no fumo», responde el hijo. Insisten los padres. «Pues tu ropa huele mucho a humo», con el apunte de la otra parte: «Estaba cargado el local, pero yo no fumo». Y llega la advertencia: «Mira que la vecina me había dicho que un día te vieron con un cigarrillo y yo le dije que no podía ser, que tú no fumabas». El hijo no quiere alargar la charla: «Es que yo no fumo, ¿te fías de mí o de lo que diga la gente? A la gente le gusta mucho hablar, si te crees más lo que te diga la vecina que lo que te diga yo, no es mi problema. Te digo la verdad». Pues bien, Miguel y Unai tampoco se entienden.

Este diálogo imaginario no se ajusta en nada al contenido de la conversación que el pasado sábado tuvieron Unai Emery y Miguel, pero ejemplifica a la perfección el fondo de la cuestión. Cada parte ofrece su versión y no hay posibilidad de ir poco a poco ajustando una escena que se asemeje a la realidad, nadie cedió y las posturas resultaron muy distantes. La historia no es nueva. Emery había decidido que el portugués no formara parte de la expedición que viajó a Pamplona por llegar tarde a la sesión de entrenamiento del viernes y empleó un tono más paternalista que como máxima autoridad de un grupo de personas que no va más allá de la barrera profesional.

La conversación no llegó a ninguna parte, un final previsible porque no era el primer desencuentro que tenían los dos y no hay vía de encontrar una solución… por eso Miguel, según afirma su agente Paulo Barbosa, «estamos estudiando si lo mejor es encontrar una salida en el mercado de invierno, aunque en estos momentos hay que tener calma porque Miguel está jugando en el Valencia a un buen nivel».

Tanto Emery como la Dirección Deportiva están satisfechos con el rendimiento del portugués en el inicio de curso, de ahí que no quieran hacer una montaña con el retraso que tuvo el viernes, pero le exigen más profesionalidad y no contemplan su salida en enero. El VCF quiere pelear por las tres competiciones hasta el final y no van a dejar a la plantilla con un único lateral derecho específico. Unai no valora ésta hipótesis y sí le ha hecho transmitido a Miguel su predisposición a ayudarle. «Siempre queremos al mejor Miguel», repite el técnico de Hondarribia cada vez que le cuestionan, y de cara al partido contra el Mallorca el lateral va a ser uno más e incluso podría ser titular. Nada de castigo y de momento la sanción se limita a la multa económica que marca el código interno por su retraso del viernes, el club estudia si le impone otra multa.

Unai valoró el sábado que Miguel no había podido preparar bien el partido contra Osasuna, aterrizó en Valencia tras diez días concentrado con su selección y sólo pudo realizar dos sesiones de trabajo, por lo que Bruno iba a ser titular. Lo contrario lo consideraría una injusticia. ¿Le habría dejado Unai fuera de la lista de convocados si no se hubiese producido ese retraso? Miguel y Alexis se habrían jugado un asiento en la expedición, ya que la duda de Mata recomendaba citar a Jordi Alba. El sábado, ante el Mallorca, será otra historia.