Ciudad Deportiva de Paterna. A las 15.50 horas llega Manuel Llorente, cinco minutos después lo hace Unai y a las 16.15 horas se presenta Miguel Brito con uno de sus vehículos particulares en las instalaciones valencianistas, después de aterrizar en el aeropuerto de Manises una hora antes procedente de Lisboa en un vuelo directo. Minutos después se reúnen los tres para hablar de los incidentes del día Navidad, que acabaron con el jugador en la comisaría por un altercado en la discoteca RS Dreams de Lisboa. Tanto el técnico de Hondarribia como el presidente quisieron escuchar la versión de los hechos del propio jugador, y a renglón seguido, el presidente se puso serio y le dijo al portugués que no volvieran a ocurrir estos hechos porque dañan la imagen del Valencia. Tenga o no razón Miguel en su exposición de los hechos, lo cierto es que en los últimos días las noticias relacionadas con el club han tenido un cariz negativo, ya que los medios han recurrido a la hemeroteca para recordar todos los incidentes nocturnos realizados por el jugador en los últimos años. Unai está cansado de todo lo que le ha permitido desde que se hizo cargo del equipo, y en la conversación de ayer salieron algunos acontecimientos que le dolieron al jugador portugués.

Aunque pasen las semanas, la relación entre ambos se va a limitar a lo profesional porque siempre que mantienen una conversación nunca se entienden, de ahí que Unai no quiera dedicarle más tiempo al suceso y se va a centrar en el partido del sábado contra el Espanyol. Y si lo considera oportuno, contará en la alineación con Miguel Brito.

El futbolista se explica

Miguel le contó a Llorente y Unai los hechos. Cuenta que acudió a la discoteca junto a varios familiares, pero el vigilante de seguridad no le dejó entrar, momento en el que comenzó la discusión porque él le hizo saber que conocía al dueño, con quien mantiene una buena relación. En ese instante, el vigilante se negó: «yo no voy a hablar con nadie». Al insistirle, según dice el jugador portugués, recibió un puñetazo en su cara. Y apareció otro vigilante con una pistola que es quién realizó los disparos, antes de huir. Las versiones que da el futbolista no coincide con la de los vigilantes de seguridad, pero lo que la policía no pone en duda es que Miguel no realizó los disparos ni tenía el arma, como quedó claro tras los exámenes digitales realizados en las manos y en su ropa. Es más, el jugador ha presentado una denuncia sobre el responsable de seguridad que le golpeó en la cara por agresión.

Al Valencia, lo único que le interesa a partir de ahora es que rinda sobre el césped y no se vea envuelto en ningún incidente más, para que la imagen de la entidad no salga dañada. El presidente, que siempre estuvo correcto, no quiere que esta situación se repita.