Carlos Kameni (Douala, 1984) aún recuerda lo cerca que estuvo de fichar por el Valencia. Fue hace dos temporadas, cuando a Kameni le restaba solo un año de contrato con el Espanyol y mantenía un tira y afloja para su renovación. A su puerta llamaban clubes de Rusia, Inglaterra y Alemania, si bien, la del Valencia, económica y sobre todo deportivamente, «me llenaba de orgullo y satisfacción». Pero, el camerunés tuvo la mala suerte de estar en el momento inadecuado, cuanto menos que se fijarán en él dos personas que a las pocas semanas pasaron a la historia (negra) de la entidad, Ronald Koeman y Miguel Ángel Ruiz.

«Mestalla estuvo a punto de ser mi casa, era una buena opción para mi familia y para mi, pero la cosa no se concretó y me quedé siendo muy feliz en el Espanyol», club con el que renovó finalmente por cuatro temporadas. Kameni, poco dado a conceder entrevistas, en el último año y medio ha dado cuatro, incluida la llamada de SUPER. Lo hace horas antes de emprender viaje hacia Valencia, para jugar «ante una afición y en un estadio que me encanta, porque animan a su equipo pero tienen mucho respeto hacia el rival, al menos conmigo siempre ha sido así».

Kameni llega a Mestalla con la intención de dar batalla. «Es mi último partido con el Espanyol antes de marcharse a la Copa de África y quiero unirme con mi país tras haber hecho un buen partido y habiendo sumando los tres puntos». El guardameta respeta y mucho al Valencia, «¡cómo no hacerlo si tiene a jugadores como Villa, Silva, Mata...!», si bien, «ahora todos empezamos en igualdad de condiciones, porque las vacaciones de Navidad ponen el cronómetro a cero». Es más, los de Pochettino, en un año complicado (por el triste fallecimiento de Jarque) a la par que polémicos (por la movida con Tamudo), están tomando aire en los últimos partidos. «Nos hemos asentado, la victoria ante el Almería nos vino genial y sé que vamos a hacer una excelente segunda vuelta de campeonato». Lo dice, todo sea dicho, una persona ambiciosa por naturaleza... «porque si no lo fuera, no me habría ido de mi país con apenas 15 años».