Hay derrotas que duelen mucho, pero lo importante es admitir los errores y hacer todo lo posible para no volver a repetirlos. Unai no pasó un buen día tras la humillante derrota en casa contra el Mallorca, tenía previsto acercarse al Madrigal a ver el Villarreal-Atlético, pero no tenía ganas de nada. Suya fue la decisión de revolucionar la alineación con nueve caras nuevas respecto a la actuación anterior, él apostó fuera por una defensa inédita y muy novedosa, Unai insistió en colocar dos lineas de tres por delante de la defensa con Banega unos metros más adelantado de su posición más común, él fue quien decidió realizar dos cambios en el descanso que al final no dieron el resultado esperado…

Tras el duro palo del sábado no es justo colocarle el rostro del técnico en una diana y lanzarle dardos, él se equivocó pero también los jugadores que salieron de inicio son lo suficientemente competentes para haber hecho más méritos ante un Mallorca que salió con tres puntos en su bolsillo. Como expresaba el sentir del técnico nada más finalizar el partido: «Lo hoy no estaba en el guión, pero reconduciremos el camino allá donde lo iniciamos». Ha escocido mucho el primer KO en casa en el torneo doméstico, pero también debe servir de lección. Unai va a rectificar.

¿Por qué no estaba en el guión? La primera parte fue una de las peores que se le recuerdan al VCF de Emery, no se entró al campo con intensidad, y hay quién considera que introducir tantos cambios pudo ser clave. A veces no aciertas haciendo tantas rotaciones, más cuando su semejantes, el resto de clubes está apostando por una base fija y sólo introduce pinceladas en cada partido. Si Unai diseñó ese once es porque lo consideraba solvente para derrotar al Mallorca, aunque eso significara asumir los riesgos de una línea defensiva inédita y con muchas caras nuevas (Stankevicius debutaba, Maduro salía de una lesión, Costa era el único que repetía, y Alba cumplió muy bien). El equipo se mostró impreciso, se perdieron muchos balones y la línea de medios tampoco dio la talla. No tenían llegada y chirría ver a Soldado caer a una banda centrando al área cuando debe ser él el finalizador, más cuando sólo hay un punta en el campo. Banega no rinde tan adelantado y aunque Fernandes pone todo su empeño, ni se muestra tan vertical en el pase ni recupera 30 balones por partido. Así el Valencia se convirtió en un equipo demasiado previsible, y los cambios no tuvieron efecto. Era tarde. En las manos de Unai está volver al guión inicial.