El 16 de abril de 2008, el Valencia levantó su último título, una Copa del Rey que no se celebró por las calles de la ciudad como es habitual porque,, aunque pareciera surrealista, el equipo corría el riesgo de descender a Segunda División. ¿Qué ocurrió esa noche en el hotel? ¿Por qué al día siguiente la plantilla se negó a salir al balcón del Ayuntamiento a celebrar el título con los aficionados que había? No fue una noche fácil. El día anterior apareció por el hotel de concentración el consejero Rafa Salom con un preacuerdo con Marcelino, el técnico de moda que ha regresado ahora al Racing de Santander. Sólo faltaba plasmarlo en un contrato, al día siguiente jugaban una final y no fue fácil mantenerlo en secreto. Días antes se tuvo una reunión con los pesos pesados del vestuario en las que se aventuraba que con Koeman al frente, el equipo corría el riesgo de bajar a Segunda. Estaban a cinco puntos de la zona de descenso a falta de seis jornadas, pero el Valencia cumplió en el terreno de juego esa noche y derrotó al Getafe.

Agustín Morera, como presidente, vivió una noche inmensamente feliz, ya que el grupo le recibió pasada la medianoche con una tarta de cumpleaños. «Nunca se me olvidará esa noche, fue increíble», recuerda. Varios miembros del Consejo habían decidido tras perder contra el Racing que pasara lo que pasara en la final, Koeman debería ser destituido. Sobre la mesa aparecieron los nombres de Voro, Óscar Fernández y Pellegrino, aunque éste aún no tenía el título de entrenador. Pero desde el vestuario, de camino al hotel para celebrar el título en la intimidad, empezó a brotar la idea de que lo mejor era esperar a la destitución de Koeman. A los capitanes Carlos Marchena y Baraja, en lo que ellos consideraban un acto de responsabilidad, les parecía una auténtica vergüenza querer despedir al técnico durante la cena de celebración, como así deseaba parte del Consejo. Y la situación se abortó. Al llegar a Valencia, los capitanes decidieron en una reunión con la plantilla que no debían realizar ningún festejo público porque debían apelar a la responsabilidad.

Los jugadores celebraron el título en el hotel y después consideraron que había un riesgo matemático de bajar a Segunda, considerando que se debía celebrar con toda la gente después siempre que lo merecieran. En el Ayuntamiento, cuando visitaron a Rita Barberá, había un grupo de gente fuera reclamando que enseñaran el trofeo. «No querían celebrar el título y que después se les echara en cara si perdían en Bilbao, pero para mí, a la afición se le debe respetar siempre», recuerda Agustín Morera, partidario de haber salido al balcón por respeto a la gente: «Lo que más te llena es ver a la gente con banderas del club, con la señera, había mucha ilusión con ganar ese trofeo, esa gente fue uno de los pilares en los que se basó el triunfo del VCF. La marea naranja nos llevó en volandas».

Eso fue el jueves, y al día siguiente Koeman se presentó en su despacho con el SUPER en la mano en la que se informaba que Marcelino era el técnico elegido. «¿Esta es la confianza que tengo?», dijo. Y en Bilbao se perdió 5-1, Koeman cesado y Voro el ´salvador´.