A David Albelda le queda cuerda para rato. Antes de irse unos días de vacaciones con su familia, el Valencia hizo un hueco en su agenda para realizar el acto de renovación hasta el 30 de junio de 2012. El ´6´ acudió puntual a su cita y apostó por un acto sencillo, sin grandes alardes porque consideraba que no había nada que celebrar, simplemente el trabajo cumplido. Los años van pasando, pero su currículo cada vez tiene más mérito. No es fácil llegar a la elite, pero la próxima temporada será su 15ª en Primera División, una de ellas vistiendo la camiseta del Villarreal tras uno de sus peores tragos de su carrera, como fue la lesión de rodilla. Se multiplica la experiencia, pero hay momentos de su vida que siempre permanecerán muy vivos, como su fichaje por el VCF.

No es fácil para un niño de un pueblo pequeño, como es La Pobla Llarga, tener un hueco en la escuela del Valencia. David vestía la camiseta del Alzira y aunque llegó a jugar como delantero, cuando los técnicos de la escuela le echaron ojo ya era el dueño del centro del campo. Manolo Maciá, en ese momento director de la escuela, y Juan Mercé vieron algo en aquel chico. A pesar de su juventud ya se le veía mandar en el centro del campo en su equipo, ordenar a sus compañeros, era el jefe y esas virtudes le llevaron a jugar en la selección valenciana Sub´15. Sus partidos con la camiseta amarilla y el pantalón azul fueron determinantes para sellar su fichaje. Con la selección formó un tándem espectacular junto a Farinós, el chico del barrio de La Torre. Los dos se iban a juntar años después en el primer equipo del Valencia. Albelda estaba en una nube. Para él, tener la opción de jugar en la escuela del Valencia era lo máximo. Vivir en un pueblo pequeño elevaba aún más la gesta, se multiplican las dificultades para despuntar, pero los técnicos que le ficharon sabían muy bien lo que tenían entre manos. Una de las anécdotas que recuerda el centrocampista de aquella época era la forma en que iba a entrenar a la Ciudad Deportiva de Paterna. Antes no existían las combinaciones que hay actualmente y el club tenía tres taxis que recogían a los chavales de la escuela que vivían en la zona de La Ribera, La Costera y el Camp de Morvedre. David sería capaz ahora mismo de describir el vehículo que conducía José María, de Alginet. Ese Peugeot modelo 504 de color blanco que no tenía ni aire acondicionado. ¡Cómo ha cambiado la vida desde entonces! José María tampoco era consciente de que al chico que llevaba varias veces por semana acabaría siendo años después en uno de los futbolistas más laureados del Valencia. Sí que presumió con su gente años más tarde de ser el taxista particular de Voro, pero no era fácil llegar a la élite. Uno de los habituales compañeros de viaje de David era el portero Serradell, nacido en Canals. Ayer David se comprometió con el club de toda su vida una temporada más, se siente con mucha fuerza, pero él nunca va a olvidar sus raíces porque son las que llevaron a dejar el fútbol como diversión con sus amigos para ser su profesión. ¿Qué queda de aquel chaval que firmó por el VCF con 14 años? «Quedar queda todo. Ya en su día tenía un carácter fuerte dentro del campo, tenía personalidad, y no creo que haya cambiado mucho en el tema deportivo más allá de la experiencia que adquieres con los años», asegura el futbolista, que aún no le va a poner el punto y final a su carrera.

El día que no se sienta útil ni engañará a su cuerpo ni lo hará con el club, ese equipo que le ha dado tantas alegrías que le gustaría recuperar la próxima temporada. ¿Por qué no? Atrás quedó la época en la que le ponían encima de la mesa contratos muy superiores a lo que percibía en el Valencia, como fue el caso del Real Madrid, pero él tal como comenta, lo tenía muy claro: «En su día, cuando tuve ofertas para salir aquí estábamos en un momento de mucho éxito, en los que ganábamos títulos y si en casa lo tenía todo… había que valorar el montante económico con la felicidad y opté por lo segundo». ¿Cuál es su secreto? «Uno de los éxitos es mantener la misma ilusión del primer día al último, la motivación hay que encontrarla a nivel personal, sinceramente me considero una persona fuerte y he encontrado el camino para renovarme».

¿Volverá a ser capitán?

El club quiere que David lleve el brazelete y él, aunque aún no lo ha pensado seriamente, no lo rechaza: «No he parado ni a pensarlo. Estos años he estado sin la capitanía y me ha ido bien a nivel personal y colectivo, es un tema que no me preocupa. Hay que diferenciar la capitanía con la responsabilidad. Siempre me he sentido responsable, una persona implicada, y para estar implicado no me hace falta llevar el brazalete. He demostrado implicación en todo lo que he podido ayudar. Para mí fue un orgullo ser capitán y no renunció, me apartaron». Su renovación no es una respuesta a los más críticos con él, porque al final todos quieren ver lo más arriba posible al VCF, y «eso pasa por acercarse más a Barça y Madrid, y mejorar en Copa y Champions».