En un partido sin un patrón definido, la victoria tenía que llegar de la manera más imprevisible. Y así fue. El Valencia se llevó los tres puntos de La Romareda gracias a una acción genuina y seguramente única. Por su ejecución, en la que tuvo mucho que ver el error defensivo del zaragocista Efraín Juárez, y por sus protagonistas. Ni Jordi Alba está muy acostumbrado a marcar, ya que llevaba sólo tres tantos hasta ahora como futbolista blanquinegro, ni Bruno Saltor a dar asistencias al ´estilo Michael Laudrup´.

El caso es que el lateral derecho catalán emuló al gran ídolo de su infancia y sacó la ´cuchara´. Y el izquierdo, que en la segunda mitad ejerció de interior —con Mathieu cubriéndole las espaldas—, rebañó el balón con pillería después de que botase el punto de penalti y lo metió en la portería local. «Lo importante es el gol», decía su autor a la conclusión del partido. También quién y cómo lo gestó, habría que añadir, teniendo en cuenta la evidente falta de ideas mostrada por los pupilos de Una Emery de centro del campo hacia adelante. El ´2´, de nuevo titular a domicilio, completó su buena actuación y se convirtió en protagonista por un día con el pase del gol.

Solo Feghouli había sido capaz de conectar con claridad con un rematador hasta la acción del 0-1 definitivo. Concretamente, al cuarto de hora de la reanudación, con un envío al segundo palo que Soldado había finalizado con una chilena. El problema es que esta, a pesar de su belleza plástica, había ido a parar a las manos de Roberto.

Banega, para variar, dio muestras de su irregularidad. Respaldado por Topal en el mediocentro por segundo partido consecutivo, el argentino

movió al equipo por impulsos. Los más negativos le llevaron a desaparecer o a abusar del manejo del balón en la primera mitad. Los más positivos, en la segunda, aportaron cierta verticalidad a los valencianistas. Especialmente, con el marcador a favor; de una salida suya surgió la oportunidad final de Mathieu, quien estuvo muy lento y dejó reaccionar a la defensa antes de poder fusilar al meta maño.

Jonas sí que aportó cierta chispa a su salida al terreno de juego. Al menos, más que Parejo o que Piatti, los otros dos ocupantes de la mediapunta durante el partido. Sin embargo, el brasileño no fue capaz de rematar la faena en ninguna acción. El mejor ejemplo fue su centro desde la izquierda, después de deshacerse de su par con un brillante amago con la cintura, al que Soldado no pudo llegar por centímetros en el minuto 68.

La estrategia tampoco se libró del descontrol que dominó durante la mayor parte del encuentro. A diferencia de lo ocurrido en citas anteriores, en las que fue su gran arma ofensiva, los blanquinegros no crearon peligro a balón parado frente al Zaragoza. Lo más cerca que estuvieron de hacerlo fue en una segunda jugada, tras un córner, que terminó en gol justamente anulado a Topal, por fuera de juego: Banega chutó la frontal del área y Dealbert prolongó con el tacón, con el jugador otomano, que después marcaría en segunda instancia, ya por detrás del último defensa local.