La gran operación entre el Valencia CF y Bankia, a falta de conocer todos y cada uno de los detalles de la misma, está concebida para acabar con la asfixia financiera en que vive el club sobre todo desde el día en que se decidió iniciar las obras del nuevo estadio sin haber vendido antes las parcelas del viejo Mestalla. En pocas palabras, el día después significa para el Valencia vivir sin grandes hipotecas, sin el peso de una deuda bancaria que le obligaba a pagar unos intereses anuales desorbitados, a vender a sus mejores futbolistas, le impedía encontrar financiación para acabar el nuevo estadio y en definitiva ha tenido a esta entidad al borde de la quiebra durante varios años. Una deuda que el club, desde la llegada del actual Consejo de Administración, ha tratado de contener y en la medida de lo posible reducir, pero que necesitaba de un golpe como este para marcar un antes y un después en la historia del club.

La última memoria editada por el club, la de la temporada 2010/11, ya avanzaba lo que ayer se convirtió por fin en realidad: «En lo que respecta a la financiación ajena, si bien la voluntad del Consejo de Administración es la de obtener una solución a largo plazo tanto para la deuda actual como para la financiación de las obras pendientes del nuevo estadio, y así se ha venido trabajando intensamente durante la misma, no ha conseguido el objetivo a día de hoy, no obstante la valoración de las gestiones conseguidas se considera positiva... En la temporada 2011/2012 se seguirá trabajando para culminar la venta de las parcelas del actual estadio, alcanzar acuerdos de financiación a más largo plazo y se continuará con la rebaja de la deuda».

Con esta operación, el Valencia vende la parcela de Mestalla y cancela las hipotecas que pesan sobre ella por valor de unos 245 millones de euros, que es la deuda que tiene actualmente el Valencia con Bancaja y el Banco de Valencia. Son, además, deudas a corto plazo que el Valencia debió saldar el pasado mes de junio, y que fueron prorrogadas por sólo un año ante la proximidad de este acuerdo. Además, los bancos tenían como garantía de pago de estas cantidades el 42,6% de los derechos de televisión de las temporadas 2012/13 y 2013/14, además de otros derechos de cobro por ocupación de palcos VIP y de empresa. Pero una vez metidos en faena la idea es, si no liquidar, al menos reducir a cenizas la deuda histórica del club, que en la última Junta General se estimaba en 370 millones de euros. Es ahí donde entrarán todos los activos con que cuenta la entidad más allá del solar de la Avenida de Aragón y de los derechos de los futbolistas, éstos últimos intocables: la parcela de uso terciario y hotelero al lado del nuevo estadio, los terrenos de Paterna y la explotación de parte del uso terciario del Nou Mestalla por un tiempo indeterminado. La valoración de cada uno de estos activos patrimoniales y los pormenores de la operación están por descubrir.

Siendo importante, no sólo esta operación ha hecho posible que el club pueda prácticamente eliminar su deuda histórica y estar en disposición de conseguir más financiación para acabar su nuevo estadio. Todo empezó el pasado 8 de junio de 2009, cuando Javier Gómez presentaba ante la Junta General de Accionistas un plan de viabilidad para intentar reducir en seis años un agujero económico que en esos momentos alcanzaba los 544 millones de euros. Una deuda, no hace falta entrar en detalles, insostenible para una entidad que cada año perdía más y más dinero. El primer paso fue la ampliación de capital emprendida ese mismo verano de 92 millones de euros, cantidad que se estimó necesaria para evitar el colapso financiero a corto plazo. Se cubrió con más de 18 millones de euros aportados por los accionistas y aficionados, además de 74 millones aportados por la Generalitat Valenciana a través de un préstamo a la Fundación VCF, desde ese momento propietaria del club. Fue, en definitiva, una traspaso de deuda del Valencia CF a la Fundación, necesario para ganar oxígeno y seguir avanzando en el plan culminado ayer.

A partir de ahí, dos hechos han sido definitivos en los dos años siguientes. Primero, el saldo positivo por valor de unos 83 millones de euros entre traspasos de jugadores y nuevos fichajes. Se iban futbolistas como Villa, Silva, Zigic, Mata, Joaquín o Isco y venían Soldado, Tino costa, Topal, Aduriz, Jonas o Rami. Segundo, y quizá clave, lo que ha contribuido decisivamente para que el sueño del nuevo estadio sea posible ha sido equilibrar ingresos y gastos, es decir, dejar de perder dinero en cada ejercicio.

El Valencia CF cierra un capítulo de su historia con esta operación y abre una nueva etapa. Quede más o menos deuda después de la operación, Bankia le garantiza la finalización de las obras del nuevo estadio a través de nuevos prestamos hasta los cerca de 140 millones que necesitará el club para poder jugar en la Avenida de las Cortes Valencianas en dos años.