Desde la destitución de Quique Sánchez Flores y de Ronald Koeman en una misma temporada, la 2007/08, no se había producido ningún cese en el banquillo del Valencia. Aquel último precedente marcó una campaña repleta de contradicciones: se conquistó de forma brillante la Copa del Rey, pero se corrieron serios riesgos de descenso. Voro enderezó la nave de manera providencial con cuatro victorias y una derrota en las últimas cinco jornadas ligueras. Gracias a esa decidida reacción, el Valencia se mantuvo en primera con cierta tranquilidad en la recta final. Aquel ejercicio tan traumático se llevó por delante la presidencia de Juan Soler, sustituido en el cargo por Agustín Morera.

Un caso muy similar se produjo en la temporada 93/94, cuando en noviembre fue destituido Guus Hiddink, y poco después, presentaba la dimisión Arturo Tuzón como presidente. Curiosamente, hubo también más de un relevo en el banquillo, que vio desfilar cuatro inquilinos diferentes: Paco Real, Héctor Núñez, José Manuel Rielo y, de nuevo, Hiddink, que cerró la campaña más agitada de la historia valencianista, la de su 75 aniversario. Además de esos cinco cambios de entrenador, y por si faltara algo, hubo tres presidentes: Tuzón, Melchor Hoyos y Paco Roig.

Esa sucesión de vaivenes contrasta con otros períodos de estabilidad representada por entrenadores como Víctor Espárrago y Rafa Benítez, que permanecieron tres temporadas seguidas, o por Unai Emery, que logró el hito de aguantar cuatro ejercicios seguidos en uno de los banquillos con mayor nivel de exigencia del fútbol español. Desde los tiempos de Di Stéfano, a principios de los setenta, nadie había igualado esa marca. A la hora de valorar los efectos producidos en la marcha del equipo tras el cese del técnico se encuentra de todo; algunos muy positivos, como la llegada de Claudio Ranieri en sustitución de Jorge Valdano en los compases iniciales de la temporada 97/98. Sin embargo, hubo otros que no arreglaron nada, como el de Óscar Rubén Valdez, que dejó el cargo tras perder por 6-0 con la Real Sociedad en Atocha. Alfredo Di Stéfano tomó el mando en aquella campaña 85/86 „era su tercera etapa como entrenador valencianista„ pero no pudo impedir el descenso a segunda división.

Cuando el relevo funciona

Entre los relevos más convenientes destaca el de Koldo Aguirre tres años antes. El técnico vasco sustituyó a Miljanic y salvó al equipo de bajar gracias a un triunfo épico ante el Real Madrid ayudado de otros marcadores en la jornada final de aquella liga. El aterrizaje de Ranieri, aunque no tuvo consecuencias inmediatas en los resultados, resultó muy beneficioso para la entidad. Su estilo de juego empezó a surtir efecto cuatro meses después de su debut, aunque para entonces ya no estaba Paco Roig, el presidente que lo había contratado. Pedro Cortés fue el gran beneficiario del ideario futbolístico del general romano a partir del vibrante triunfo en el Camp Nou por 3-4, en una noche que marcó un punto de inflexión. El Valencia iniciaba una época gloriosa.

Un nexo común une la trayectoria de los entrenadores que más éxito han tenido al frente del Valencia: su voluntad de no prorrogar el contrato. La serie de técnicos que no han aceptado a negociar una continuidad en el banquillo de Mestalla se inicia con Espárrago en el 91, sigue con Ranieri en el 99, Cúper en 2001 y termina con Benítez en 2004, que se marchó cuando todavía le quedaba un año firmado. Otros entrenadores forzaron su salida con la campaña en marcha, como fue el caso de Luis Aragonés en noviembre del 96, tras mantener un pulso con Romario. Antes, había firmado una temporada antológica y se rozó la conquista de la liga.

El período de mayores éxitos deportivos del club, un lustro que va desde el 99 al 2004, se vivió sin ceses, aunque en ocasiones hubo amenazas, más o menos fundadas, de destitución. Los tres artífices de este período en el que se lograron varios títulos, Ranieri, Cúper y Benítez, optaron por no seguir en el cargo. El italiano aceptó la oferta que tenía del Atlético de Madrid, club en el que fracasó. El argentino no acabó de ganarse el afecto de la afición y se marchó al Inter de Milán. El madrileño creyó que ya había exprimido la plantilla al máximo, y tras ver como no eran aceptadas sus peticiones de mando absoluto por parte de Llorente, negoció su fichaje por el Liverpool.

Por el contrario, se encuentran casos de técnicos que llegaron precedidos de una gran reputación y cuya etapa se saldó con un estrepitoso fracaso, caso del brasileño Carlos Alberto Parreira, contratado tras el mundial de Estados Unidos 94 y destituido antes de acabar la temporada. Otro exponente lo representa Jorge Valdano, cuya apuesta futbolística no dio resultado. En la mayoría de ocasiones, los períodos provisionales tras un cese han dado pie a que hombres de la casa se hicieran cargo de la dirección del equipo, Voro es un buen ejemplo, como antes lo fueron Rielo, con quién el Valencia alcanzó la final de la Copa, Óscar Fernández o Paco Real. El último entrenador valenciano que estuvo de principio a fin en una misma temporada fue Roberto Gil en el ejercicio 84/85.