Puerta 18 de Balaídos. 17:20 horas. Faltaban 40 minutos para que empezara el Celta-Valencia. SUPER había quedado con una persona muy especial. Se llama María Jesús. Es la madre de Iago Aspas. El delantero que quiere el Valencia para la próxima temporada. Algún aficionado celtiña le saluda. Es imposible que pase desapercibida. «Hola, ¿sois los valencianos? ¿Os queréis llevar a mi Iago?», bromea. Ha venido con un sobre. Son fotos de Iago cuando fichó por el Celta con ocho años y de las categorías inferiores. Tampoco falta su bufanda con el nombre de su hijo. Ha venido con el autobús de la peña de Moaña y está preparada para el partido. Antes nos atiendió con amabilidad. Para ella es un «orgullo» que se interesen por su hijo desde Valencia. Y es que, los Aspas tienen familia en Valencia. Y van a Mestalla. Y ya hacen fuerza para que Iago vista de blanquinegro el 30 de junio.

«Nosotros en Valencia tenemos familia, tengo sobrinos. Van a Mestalla y también son Aspas. Es curioso, mi cuñado del Zaragoza me dice que fiche por el Zaragoza y mis sobrinos de Valencia me dicen que Iago fiche por el Valencia», dice entre risas. La madre de Aspas es marisquera, trabaja en el mar, pero conoce a su hijo como pocos y está enterada de todo lo que sale publicado. ¡Guarda todos los recortes! «Él mismo muchas veces me dice que no haga mucho caso de lo que dicen. Se oyen tantas cosas, a veces son rumores, otras no; pero es un orgullo que suene tanto su nombre. Yo antes guardaba todos los recortes de él que salían en prensa? pero ahora pienso ¡madre mía! Sale por todos lados. En este último año he llenado carpetas y carpetas de recortes».

Los Aspas están en Vigo como en casa. Su familia y su madre también. «Iago es feliz en Vigo ahora mismo. Ya veremos lo que pasa, pero ahora mismo su sueño es disfrutar del Celta en Primera, que es lo que quería desde niño». Lo que también tiene claro la familia es que si se marchan en verano a otra ciudad... seguramente sea con mar. Como Valencia. "Él y yo somos dos enamorados del mar. Creo que no podríamos vivir sin el mar. Soy mariscadora. Mi hijo me dice que me vaya dejando lo del mar, pero sabe que es mi vida. Yo le digo... déjate tú el fútbol». Sabe que nunca lo hará.

La madre de Iago recuerda el amor que su hijo siempre le ha tenido al fútbol. Desde que sus hermanos no le dejaban jugar, hasta que rompía jarrones con una bola de periódico y cinta islante. «Empezó con cinco años jugando con sus hermanos. Es el tercero de cuatro hermanos. El mayor es Urbe, jugaba de portero. El segundo es Jonathan que ha jugado en Italia, en Bélgica y ahora está en Chipre. Iago lleva aquí en el Celta desde los ocho años, y el último es Pablo, que a este lo que le gusta es la Play. Iago es muy sacrificado, le gusta mucha el fútbol. Todos los días quería jugar. Yo le hacía balones con hojas de periódico y luego le ponía cinta aislante. Me rompió lámparas, jarrones y todo. Sus hermanos jugaban al fútbol y no querían que jugara él porque era muy pequeño. Como no podía, un día organizó un campeonato en la playa él solo. Fue al banco a por un equipaje y un balón y a una joyería a por la copa».

María Jesús también recordó cuando su hijo se quedaba a jugar al fútbol después del colegio y ella le controlaba desde el balcón de casa. «Eramos socios del Moaña. Iago venía del colegio y en lugar de subir al campo se iba al campo del Moaña con un señor mayor para darle toques al balón. Se pasaba horas y horas. Yo vivía en una finca de al lado y le controlaba desde la ventana. !Se quedaba hasta las once de la noche! Recuerdo que le preguntaba que quería ser de mayor y me decía que futbolista. ¿Y si no?, le preguntaba y me decía que entrenador. Le gusta mucho el fútbol, lo debora. Ve muchos partidos. Tú le preguntas por el delantero de la selección de Korea y te lo dirá».

También sabe que nunca dejará de meter goles. Llegó casi hasta los 200 con su amigo Jonathan Pereira. «Siempre ha marcado goles. Hacía pareja con Pereira. Entre los dos un año casi marcaron casi 200 goles. A veces me daba pena porque iban por los campos y les metían veintitantos goles y se les quedaba una carita a los otros... Siempre le gustó el fútbol. Nunca se perdió un entrenamiento. Le dijimos de ir al circo, pero él siempre, fútbol, fútbol». Han pasado los años y Iago ha conseguido ser una estrella. Y eso que su hermano no le creía. «Siempre dijo que jugaría en Primera. Recuerdo que el hermano le decía...chaval, bájate de la moto que es muy difícil. Pero Iago lo ha logrado. Uno de los primeros días que jugó con el primer equipo del Celta se enfrentó a uno de sus jugadores preferidos, no recuerdo quien, y le pregunté que tal. Me dijo que fuera del campo era su ídolo y lo seguiría siendo, pero dentro del campo no era más que él. Así es Iago». Se hace tarde. Va a empezar el partido. SUPER se despide de María Jesús. ¿Nos vemos en Valencia? Ella ríe. «Donde queráis. Fue un placer». Sobre todo, el nuestro.