Juan Antonio Pizzi peleó hasta la saciedad el fichaje de Eduardo Vargas en el mercado de invierno. Le llamó personalmente por teléfono e hizo toda la fuerza a su alcance para vestirlo de blanquinegro. Era su primera opción para reforzar la delantera. Por eso le prometió confianza. Porque sabía del potencial del chileno y lo quería en su equipo. Un mes y medio después de su llegada, el Lagarto le exige más. No se conforma con lo que está viendo de él. El argentino está convencido de que Vargas puede dar más rendimiento al Valencia del que está ofreciendo. Ayer se reunió con él a solas en el césped de la ciudad deportiva de Paterna por espacio de quince minutos. Fue algo más que una charla. Fue el intento, quien sabe si el último, de Pizzi por rescatar la mejor versión del delantero hasta final de temporada. El míster quiere más de Vargas.

«¡Edu, Edu!» El grito de Juan Antonio Pizzi interrumpió lo que parecía el final del entrenamiento. Los jugadores abandonaban el campo con dirección al vestuario después de una exigente sesión de trabajo. Vargas se retiraba con su amigo Fede Cartabia. Sin embargo, escuchó al entrenador, se detuvo, le miró extrañado y el entrenador le hizo un gesto. Quería hablar con él. Así empezó una reunión de quince minutos entre el Lagarto y el chileno en la soledad del terreno de juego. Sin que nadie les estorbara. Los dos se sentaron sobre un balón de fútbol y empezaron a conversar de forma distendida. No era una charla de entrenamiento más. No fue ningún toque de atención. Pizzi quiso profundizar sobre el rendimiento del chileno. Hablaron de aspectos tácticos, pero no fue el único tema de conversación. Tampoco el más importante. El técnico, desde la tranquilidad del momento, aprovechó para preguntarle sobre su vida, integración a la ciudad y adaptación en el equipo y en el vestuario. Pizzi necesita información. Quiere poner todas las herramientas posibles al alcance de la mano del jugador para que sea ése por el que luchó en el mes de enero. Su mejor versión puede ser clave para aspirar a los puestos de Europa o llegar lejos en la Europa League. Tal vez el gesto de este martes sea un punto de inflexión. Al menos esa es la intención del técnico.

Vargas entró con muy buen pie en el Valencia. Su primera aparición en el Camp Nou desde el banquillo fue esperanzadora. Todavía más su debut en Mestalla en la goleada al Betis. Asistió a Alcácer en el segundo y marcó a la contra en el quinto. Su exhibición llegó de cabeza en Nicosia contra el Dinamo con gol y palo incluido. El chileno entró por la puerta grande en el club. Tanto que, desde muy pronto, no le importó hacer público su deseo de prolongar su vinculación con el Valencia en verano. Sin embargo, la aparición imponente del delantero se ha ido difuminando con el paso de las semanas. El delantero no cuajó buenos partidos contra Granada y Rayo y Pizzi lo dejó fuera del once titular por primera vez contra el Athletic. Vargas volvió a aparecer contra el Ludogorets formando sociedad con Fede y asistiendo a Senderos de cabeza en la jugada del tercer gol, pero se ausentó contra la Real en Anota dando una de cal y una de arena. Su progresión no es la esperada. El jugador va de más a menos y su protagonismo en el equipo cotiza a la baja. Pizzi lo ha detectado y, antes de que sea tarde, quiere remediarlo.