Ya lo dijo Jéremy Mathieu después de la última visita al Ramón Sánchez Pizjuán: «En Sevilla nos pasa siempre lo mismo. El año que viene vamos a jugar con diez directamente». No podía imaginar entonces el defensa francés, el pasado mes de febrero, que no tendría necesidad de esperar hasta el año que viene para comprobarlo porque todavía le quedaba por ver un episodio más sin salir de esta misma temporada. Y será nada menos que en una semifinal europea, con el segundo gran título continental en juego, en un partido donde los errores se van a pagar muy caros. Los propios y también los del árbitro que imparte justicia, del que este martes conoceremos seguramente el nombre.

Pero sí, ahí está, Sevilla y Valencia se jugarán una plaza en la final de Turín del próximo 14 de mayo y toca volver a la capital hispalense a dar la cara contra todo y contra todos, después de los muchos reveses que lleva este equipo allí desde hace años y casi siempre relacionados con polémicas decisiones arbitrales. Se refería ese día el francés a la última visita en que el Valencia sufría la expulsión de Ricardo Costa a los cinco minutos de la segunda mitad, una decisión desproporcionada del catalán Alfonso Javier Álvarez Izquierdo que produjo en un partido muy igualado una situación de inferioridad de la que el equipo de Juan Antonio Pizzi salió vivo y con un empate a cero de milagro, gracias a que Diego Alves detuvo un penalti a Rakitic.

Pena máxima, por demás, inexistente donde las hubo. Pese a todo, los jugadores y el público reclamaron ese día hasta cuatro penaltis en el área de Alves, algo que encrespó todavía más los ánimos en la expedición valencianista al final del choque. Un análisis minuto a minuto del partido reveló que el más perjudicado fue sin duda el Valencia, con algún penalti que se pudo haber señalado en la primera mitad y esa expulsión de Ricardo Costa que dejaba el equipo en inferioridad condicionando todo lo que vino después, incluyendo alguna infracción dentro del área del Valencia que sí pudo haber en los minutos finales y que el catalán ya no se atrevería a señalar.

Una década de expulsiones

Recordaba Mathieu todas las expulsiones que ha vivido en este escenario, cuatro en los últimos años, pero se quedaba corto porque lo que le ha pasado allí al Valencia en las últimas temporadas no es normal. En sus últimas cuatro visitas en la Liga siempre se quedó con diez jugadores y, excepto en esa última con el empate a cero, salió de una manera u otra derrotado. Si nos remontamos a la última década, la nómina de jugadores que han visto la cartulina roja en ese escenario comienza con Ayala, en la 2005/06, y sigue con Silva (expulsado con solo 17 minutos de juego en la temporada 2006/07 en un partido que el equipo acabó perdiendo 3-0), Topal, Aduriz, Jonas y Ricardo Costa. Fueron casi siempre acciones que tuvieron una influencia decisiva en el marcador, muchas veces buscadas y provocadas por los rivales.

Pero nada como lo del pasado día 1 de junio, cuando el Valencia de Ernesto Valverde acudía a Sevilla a jugar el último partido de esa Liga y se dejaba allí el cuerto puesto y sus opciones de disputar la Champions. Fue esta vez el aragonés Carlos Clos Gómez el que, en una decisión controvertida, echó al Valencia de la Liga de Campeones. Se había adelantado el Valncia pero Negredo dio la vuelta al marcador al borde del descanso, momento en que el árbitro expulsaba con roja directa a Jonas en u error de bulto, porque en ningún momento hay agresión del brasileño sino una pugna entre él y el lateral Alberto Moreno. Peleó el Valencia hasta el final y acabó perdiendo 4-3 un partido con una decisión arbitral trascendente que salió muy cara: más de 20 millones de euros.

Evidentemente lo último que se le ocurriría a Pizzi es salir a jugar con diez hombres un partido como este, con lo que hay en juego y con lo que presumiblemente van a apretar el equipo de Unai y la afición del Sánchez Pizjuán. Saldrá con once, veremos con cuántos acaba. Además, las tarjetas pueden condicinar también esta vez el partido de vuelta y la final para el que pase. Sea quien sea el árbitro designado por la UEFA lo tendrá difícil, a ver si por una vez cambia la tencencia..