Lluvia, un poco de barro y un pueblo entregado. Ipurua no defraudó y tuvo todos los ingredientes prometidos para recibir por primera vez al Valencia. Incluido un Eibar entregado a su guión habitual como local: intensidad, fútbol directo y el vértigo. El gran mérito del equipo de Nuno fue la consciencia plena del contexto en el que se iba a tener que manejar. Igualó en intensidad a su rival y no hubo concesiones. El partido fue feo, lleno de interrupciones, pérdidas y empujones. Mal jugado por momentos. Pero no era una tarde para filigranas y sí para resultar práctico. Lucas Orban lo resumió perfecto tras el encuentro: "Era un campo difícil, lo importante era conseguir la victoria". El argentino fue esencial en el triunfo, una fiera sacando balones en una retaguardia en la que también estuvo brillante Skhodran Mustafi. Había que resistir y resistieron, sin prácticamente fisuras. Entre los dos sacaron 28 balones. Una cifra importante. Fueron los ´tiburones´ de la defensa.

Nuno decidió rearmarse para resultar lo más competitivo posible. El técnico modificó el 4-3-3/ 4-2-3-1 habitual por un 3-4-1-2, similar al que utilizó frente al Rayo en Copa durante la segunda parte. El sistema dejó más sombras que luces, por fases (poca eficacia en la presión y mala disposición para combinar-atacar), pese al resultado final. Se pudo jugar de otra manera, pero Nuno apostó por contrarrestar al Eibar con las armas del Eibar. La clave estuvo en la disposición al trabajo y el sacrificio de todos. En la guerra de guerrillas donde los jugadores endebles fenecen, hubo cuatro figuras que se levantaron en el barro por encima del resto: Álvaro Negredo, baliza en punta, y el trío germano-argentino formado por Orban, Otamendi y Mustafi. En esta ocasión, Lucas (15 despejes, cuatro tackles, 5 recuperaciones) y Shkodran (13 despejes, 2 recuperaciones, 1 tackle) estuvieron imperiales. Marcaron la raya. Su funcionamiento desequilibró la balanza en favor del Valencia, según Gaizka Garitano. Nuno también insistió en la misma dirección en su análisis: "El funcionamiento de la línea de tres fue muy bueno, sabíamos que el partido se podía decidir ahí". Cada balón bombeado, cada intento de penetrar por banda fue estéril para el Eibar.

Cómodo sobre el barro

Mustafi y Orban sujetaron al Valencia. El gol de Paco Alcácer se tradujo en tres puntos gracias a la consistencia del sistema defensivo. Al trabajo sucio de cada línea. El Eibar no es un enemigo especialmente sofisticado; el tipo de problemas que crean son muy diferentes a los de rivales como FC Barcelona o Real Madrid, pero pasar 94 minutos en Ipurua achicando balones bajo la lluvia tampoco es una tarea especialmente gratificante para la mayoría de futbolistas€ Excepto para Orban: "Me he sentido bien, estoy acostumbrado a jugar de esta manera". En su primera acción, el argentino le puso el muslo en la cara a Eneko Bóveda. Marcó territorio, como los leones. En Tigre (Argentina) lució como el mejor marcador del país como zaguero por la izquierda en una línea de tres. Como en Ipurua. En el Burdeos cumplió como lateral, pero cuando Roberto Fabián Ayala decidió traerlo al Valencia fue porque la imagen del futbolista pegajoso e insuperable en el corte de Tigre se mantenía viva en su retina. En Eibar apareció ese futbolista para liderar la resistencia valencianista.