Pocos equipos del fútbol europeo pueden presumir de tener en su once titular a un jugador de 19 años con la trascendencia que tiene José Luis Gayà para el Valencia. El de Pedreguer demostró ya en su debut que estaba llamado a ser un jugador de élite. Ahora, apenas ha necesitado una veintena de partidos oficiales con el primer equipo para demostrar que es imprescindible. Su ausencia por sanción contra el Celta de Vigo es la prueba evidente. Nuno Espírito Santo cambió el dibujo táctico del 5-3-2 que había funcionado contra el Rayo, Eibar, Madrid y Espanyol solo por él. Tanto le necesitaba que el entrenador ordenó al club que peleará su quinta amarilla en los despachos. José puede que no sea el jugador más importante del equipo, pero sí es uno de los más influyentes para el funcionamiento del equipo. Él personifica el estilo de juego intenso y directo de Nuno. El joven lateral izquierdo encarna la intensidad defensiva y la velocidad y verticalidad de transiciones ofensivas que exige el fútbol de Nuno. Da salida de balón y permite profundidad. Todo aquello que faltó en Balaídos. Mañana contra el Espanyol volverá al once inicial. En el Cornellà-El Prat no habrá ´Gayadependencia´.

«¿Dependencia? Es verdad que el míster cambió el sistema. No estaba yo, pero tampoco estaba Piatti, ni Soso... yo lo que es verdad es que siempre que estoy en el campo intento ayudar». No le gusta ese apelativo a Gayà. Tampoco ser protagonista en los medios. Lo único que le importa es tener protagonismo en el césped como lleva haciendo toda la temporada. El sábado sufrió desde casa el empate de sus compañeros en Vigo. Lo vio con sus padres en casa, como toda la vida, y no pudo evitar acordarse de Gil Manzano y su injusta amarilla que le privó de estar en Balaídos. «Estaba con los amigos, pero nada más empezar el partido me fui a casa con mis padres porque quería ver el partido tranquilo con mis padres, se sufre mucho más. Si no está en el campo y lo ves desde fuera se sufre mucho más. Me dolió no jugar. Sentí mucha impotencia cuando vi la cartulina amarilla contra el Madrid porque no podía jugar contra el Celta y porque entrar al campo con una amarilla ya condiciona mucho, imagina que tienes que hacer una falta y corres el riesgo ya de ser expulsado. El cuarto árbitro me da permiso y el árbitro es el que dice que no le había dado permiso al cuarto árbitro. Creo que el fallo no es mío. Fue una pena no poder estar con el resto de mis compañeros para ayudar al equipo, pero no se pudo, tengo muchas ganas de volver en un partido contra el Espanyol que va a ser muy bonito de jugar y que creo que vamos a ganar».

Por muchas vueltas que le dé, esa injusticia ya no tiene solución. Gayà prefiere pasar página y centrarse en el Espanyol. Para él será un reto y una ilusión jugarla. Como dice él, hay que salir a por todas y a morir. «El martes es un partido importante, queremos pasar porque para nosotros y para la afición la Copa es una ilusión. Es muy importante y tenemos muchas ganas de que llegue el partido. Lo tenemos que dar todo, igual que hacemos en todos los partidos, fuera de casa no estamos tan bien, pero eso lo tenemos que cambiar. Vamos a salir a morir y a ganar, porque si sales a empatar al final pierdes. Todos queremos ganar y pasar, la Copa es un reto que tenemos por delante, sabemos que va a ser difícil porque el Espanyol juega muy bien, pero estamos convencidos que si salimos a por todas y al cien por cien vamos a pasar».

Para Gayà no hay excusas. Tampoco jugar lejos de Mestalla. «Es una realidad que fuera de casa no estamos tan bien como en casa. No jugamos muy bien contra el Celta, somos conscientes, pero también es verdad que venimos de una semana muy exigente, ahora tenemos la posibilidad de hacer bueno el empate ganando al Almería». Y sobre todo pasando a cuartos de final de Copa. Gayà estará en el campo y puede que, con él sobre el césped, el Valencia recupere su identidad y se parezca más al Valencia que tumbó al Madrid. Intenso, rápido y vertical. Como el ´31´ del Valencia.