El portero sevillista protagonizó un feo gesto nada más señalar el árbitro el final del partido, que su equipo perdió por tres goles a uno. En lugar de marcharse hacia los vestuarios como el resto de sus compañeros, Beto se acercó a la línea de fondo y, tras quitarse la espinillera, estuvo un buen rato enseñando a la grada el tatuaje del trofeo de la Europa League. Son los propios aficionados que estaban en esa zona los que denuncian esta lamentable provocación, que también recriminaron en el momento al propio jugador del Sevilla. Si los Comités y los estamentos del fútbol quieren juego limpio, además de perseguir a los aficionados violentos también habrá que llamar la atención a los profesionales que se dedican a provocar a la grada. No hay que retroceder mucho en el tiempo para recordar las palabras que el sevillista Vitolo dedicó a la grada de Mestalla el pasado mes de mayo, cuando gritó: "Hijos de puta" a todos los presentes.