El vestuario está convencido: en Cornellà-El Prat no existe un escenario alternativo a la victoria. La palabra desconfianza está desterrada. "Veo a un equipo que perdió en La Rosaleda, pero hoy sólo piensa en el Espanyol y quiere los tres puntos". Feghouli lo deja claro. Sus palabras no se desvían un milímetro del discurso obstinado empleado hace cinco días por Diego Alves o José Gayà: "Vamos a dar lo máximo para cambiar la situación". Nadie se arruga. Trabajo y determinación son los valores en torno a los que el Valencia se hace fuerte. El equipo tiene en su mano dar un golpe de mando ante el rival y en el estadio donde dobló la rodilla en Copa. El contexto lejos de Mestalla es complejo, pero el equipo cuenta con tres de las herramientas más potentes que existen en el fútbol: capacidad y calidad. Hay hambre, ansia por demostrar que el grupo tiene la fuerza suficiente para responder en los momentos difíciles e importantes.

"Nosotros no tenemos que perder energía con lo que se dice, sino trabajar con humildad para hacer una segunda vuelta a gran nivel". Las palabras de Feghouli anticipan una realidad: el objetivo está cerca. El Valencia está a un punto de la zona Champions, un punto por detrás del Sevilla y a seis del Atlético. El equipo tiene los números más potentes en Mestalla de la última década. Puntos de campeón de la Liga y esa es la energía que hay que intentar desplegar también en Barcelona, Córdoba, Madrid o Bilbao. La disposición como local es un aval suficiente para cambiar la incertidumbre por convicción y audacia. El computo global merma el avance en la clasificación, pero las señales insisten en una condición: un paso al frente en casa del Espanyol multiplicaría el valor del triunfo. Puntos, confianza e inyección de miedo sobre los rivales. Todos son conscientes de que con los puntos de Mestalla no alcanza para cumplir el objetivo, pero un Valencia capaz de pelear con la misma solvencia como local y visitante permitiría al equipo dar el salto definitivo. Esa es la ´obsesión´ que centra el trabajo del equipo. La exigencia y las ganas de cambiar las cosas son evidentes. Rendirse no es una opción para este Valencia.

El Espanyol pretende convertir el partido en una guerra de desgaste psicológico. Álvaro ha sido el primero en insistir en la posición de fuerza de los ´pericos´ conscientes de los problemas del Valencia fuera de casa y de su regreso al recinto donde fueron batidos en Copa. Nuno debe contrarrestar la confianza con confianza. Liberarse de toda carga y saldar cuentas sobre el terreno de juego. Las palabras desde Barna están destinadas a desencadenar el arranque de orgullo de los valencianistas.

Recordar para competir

El Valencia ha demostrado esta temporada que sabe competir lejos de Mestalla. Nervión, El Madrigal o Ipurua son referencias vivas. Ante el Sevilla, el equipo de Nuno abrió la temporada igualando el gol inicial de Aleix Vidal en un partido de alto voltaje emocional. No faltó de nada. Orban conquistó el empate sacando pecho. Con un jugador menos (por la injusta expulsión de Rodrigo de Paul) hubo reacción, coraje y buen juego. El campo del Espanyol es menos.

Estos futbolistas han demostrado que son capaces de deslumbrar como visitantes. Por ejemplo, en Getafe, donde se impuso el talento superior de André Gomes, Paco Alcácer o Rodrigo. La jornada del Coliseum fue completa por trabajo, registros (velocidad y pausa), despliegue, sacrificio y capacidad táctica. El Geta es el Geta. Si bien, el Valencia también ha sido capaz de golear en El Madrigal. En casa de un enemigo directo como el Villarreal, hubo lección de pegada. Se supo sufrir atrás y matar arriba. Fuego, Otamendi y Mustafi se hicieron fuertes por dentro, Alves fue decisivo y la posesión grogueta terminó siendo estéril. Los saques de esquina de Piatti y los remates de Mustafi marcaron la diferencia en el derbi de la Comunitat. Solidez, eficacia en las áreas, estrategia€ Y no estaba Parejo para comandar la sala de máquinas. A principios de noviembre, el Valencia superaba a Barcelona, Atlético y Sevilla en la clasificación. Estaba a un punto del Real Madrid.

El espíritu de Ipurua

El momento actual refresca la situación vivida antes de Navidad. Derrota en el Ciutat, pinchazo en Los Cármenes. Lo siguiente fue Ipurua. En el barro y ante un rival bien armado por Gaizka Garitano, el Valencia salió adelante con un gol de Paco Alcácer. En un campo pequeño emergió un Valencia grande y se reconquistó una plaza en zona Champions. Sacrifico, responsabilidad y trabajo.

El próximo domingo, el equipo capaz de arrollar al Sevilla, de castigar al Atlético de Simeone con su propio veneno o de liquidar al Real Madrid de los récords en Mestalla, tiene que aparecer en Cornellà ante el Espanyol. Hay cuentas pendientes por saldar y una máxima que debe comandar el desplazamiento: "No se puede vencer a quien no se rinde". Esa máxima está en el germen de este proyecto.