Cuando Vinícius Araújo aterrizó en Mestalla, en enero del año pasado, no lo hizo solo. En la maleta traía un valioso equipaje: su hermano Gustavo. Era imposible barruntarlo entonces, pero la apuesta por el esperanzador delantero brasileño puede terminar reportando dos ´Araújos´ para el Valencia. Es curioso como el fútbol y la vida se cruzan. Hace sólo unos meses, el mediano de la familia „la más pequeña es Bianca„ se divertía jugando al fútbol sala en el Olympico Club de Belo Horizonte. Ahora trabaja bajo la tutela de los técnicos de la Academia con el sueño de llegar a ser futbolista. Una prueba sobre el césped de la Ciudad Deportiva de Paterna prudujo un giro en el rumbo de los acontecimientos.

El cambio de perspectiva es tremendo. Diferente balón, diferente ritmo, diferente pista, diferente exigencia, diferente ciudad, diferente país. En 17 años, Gustavo nunca había jugado al fútbol federado, pero los técnicos de la Academia apostaron por él porque entendieron que guarda un potencial tremendo. Los conceptos no los tenía, pero sí la materia prima. Por físico y por ganas de mejorar es un chico especial.

Moldeado en Paterna

Todo son grandes proyectos. Gustavo Araújo no ha participado en partido oficial porque el club no puede tramitar su ficha hasta que cumpla los 18 años. Cuestión de normativa. Tras siete largos meses de espera en Valencia, el acontecimiento llegará dentro de dos semana; podrá debutar antes de que termine la temporada. El 9 de abril, Gustavinho alcanzará la mayoría de edad y llegará esa fase que tanto ha esperado: entrenar para luego entrar en competición. Hasta la fecha, únicamente ha podido participar en amistosos, si bien, los técnicos de la Academia exprimen cada sesión para moldearle como futbolista. Gustavo ha ensayado con el Juvenil A y también ha catado el filial, pero su equipo es el Juvenil de Liga Nacional que comanda Miguel Grau. Con él pasó el corte de aquella primera prueba y con él está tomando forma a través de los valores y los patrones de la Academia. El chaval es una esponja.

El fútbol sala le ha dotado con unos fundamentos técnicos altos. La misma base, por cierto, que tuvo su hermano Vinícius, que dejó su João Monlevade natal por Belo Horizonte por su calidad con las ´botas lisas´. Ahí llamó la atención del Cruzeiro, luego llegaron los goles en fútbol-11 y después el Valencia. La trayectoria de Gustavinho es todavía más original. La clave de su juego está en su intensidad (va fuerte), su físico atlético y su gran golpeo de balón, aunque su gran virtud está en el juego aéreo. En fútbol sala se ubicaba como cierre o líbero (jugaba delante del portero como base de la línea de tres jugadores al ataque), siempre ha metido goles, pero sobre el césped se dibuja como un segundo punta o un medio ofensivo, un ´10´ o un ´8´.

Gustavo vive en la residencia de la Ciudad Deportiva y está muy bien considerado por su carisma. Los técnicos destacan su entrega, compromiso y ganas de aprender. Si todas esas cualidades las corroborá en competición real, el Valencia tendrá entre manos a la versión 2.0 de los Araújo.