José Miguel Arastell es aficionado del Valencia y colaborador de SUPER y en las últimas horas ha vivido todos los acontecimientos que conforman la odisea en la que se han embarcado más de mil de valencianistas que este martes apoyarán al equipo en las gradas del Louis II contra el Mónaco.

La narración de los hechos que van a leer a continuación está contada en primera persona y podría ser la de cualquiera de los valientes que alentarán a los de Nuno. Esperó 21 horas en Mestalla para apuntarse en una lista y hacerse hueco en el autobús y ayer se presentó de nuevo en el estadio para poner rumbo a Mónaco. Tenía quince horas de viaje por delante.

Lo decidimos muy rápido

La odisea comenzó el sábado a primera hora de la tarde. Mis amigos y yo nos enteramos a través de las redes sociales de que el Valencia iba a sufragar el coste de los autobuses y rápidamente nos planteamos la posibilidad de ir a Mónaco. Fue una cosa más del corazón que de la cabeza. Si no, seguramente ni siquiera nos lo hubiéramos planteado. La mayor parte del grupo estaba en la piscina pero no todos, por lo que llevamos el debate al grupo de whatsapp. ¿Nos vamos? La decisión no nos llevó mucho tiempo de tomar: la respuesta fuer claramente afirmativa. Pensat i fet. Iríamos el domingo a las nueve de la noche a Mestalla para hacer cola, estaba todo planeado, pero a primera hora del día circulaban ya algunas informaciones de que había gente esperando para conseguir entradas desde justo después del partido contra el Rayo. Reaccionamos a tiempo y al final fuimos a las cuatro de la tarde. ¡Menos mal! Cuando llegamos había ya una lista confeccionada con 118 personas apuntadas para subirse al autobús.

Largas colas en MestallaSobre las cinco de la tarde del domingo ya se había alcanzado el número 156, cerraron lista y comenzó la lista de espera. La gente estaba como loca por ir a Mónaco para alentar al equipo y preguntaban si había hueco para meterse en la lista de otros. Estaban a punto de formarse los primeros líos de la vigilia. Comenzamos a sospechar que había reventas pero no de entradas, sino de huecos. ¡La gente estaba cediendo su puesto en la lista a cambio de dinero! La tarde avanzaba y los aficionados jugábamos al fútbol, a las cartas, al volleybol, palas de playa, el Risk... cualquier cosa era buena para amenizar la espera. El ambiente ha sido en todo momento espectacular, los cánticos brotaban cada poco tiempo. Era como una gran quedada de amigos, charlábamos con todo el mundo y es que el valencianismo une como pocas cosas en esta vida. Una fiesta.Largas colas en Mestalla

Algunos momentos tensos

Tomamos Tortosa de camino

Las cosas se hablaron y todo salió bien finalmente. Después, la gente ya dormía en el suelo y otros aguantaban como podían. Cuando todo el mundo parecía rendido, de vez en cuando se oía algún cántico que llenaba de energía a los aficionados en instantes de máximo cansancio. Todo por estar en la final de Mónaco y aunque algunos ya se sabían sin entrada, poco pareció importarles. La gente estaba dispuesta a seguir allí. Había un ambiente de confraternidad, la afición estaba unida y la gente tenía muy claro por lo que quería luchar. Solo con ver el ambiente que hay está más que claro que hoy se va a conseguir la clasificación. Las horas se nos hacían cortas y por fin, las entradas en nuestras manos.

Era momento de ir a casa, ducharse y dormir una horita antes de prepararlo todo para el viaje. Por delante 15 horas para recorrer buena parte del arco Mediteráneo con nuestras camisetas del y haciendo cánticos a todas horas. A la medianoche tomamos una estación de servicio en Tortosa. Seguro que se nos oía desde Mónaco. Vamos al asalto del Principado.