Al ecuador de la primera parte un buen sector de la afición se llevó las manos a la cabeza con preocupación. André Gomes recorrió el terreno de juego desde su banda hasta banquillo, donde le esperaban ya dos miembros del cuerpo médico. El balón estaba en juego en esos instantes en otra zona del campo pero los ojos de la gente estaban clavados en su figura. Acababa de notar algo, una sensación incómoda y dolorosa que le hizo recordar automáticamente el partido contra el Celta de Vigo, en el que sufrió la lesión muscular que le ha tenido apartado de los terrenos de juego durante más de tres meses y medio. El portugués padece un pinchazo en el muslo de la pierna izquierda, lo que puede traducirse en una recaída. Se han encendido todas las alarmas con André Gomes. Existe preocupación y a lo largo de la mañana de este domingo se le practicarán pruebas médicas para determinar con exactitud el alcance y la gravedad de su percance. Todos pendientes del portugués ahora mismo, por lo que implicaría volver a sufrir daños en una zona muscular que ya está castigada y sobre todo, por su gran influencia en el juego del equipo.

La presencia del joven centrocampista luso dota al Valencia de soluciones en el centro del campo, recorrido, conducciones, ritmo, intensidad, recuperación y por encima de todo, clase. El talento de André añade una vuelta de tuerca a las posibilidades de este equipo y desde que regresó a los terrenos de juego ante el Sporting de Gijón hace unos días está demostrando que su presencia, si está bien, es prácticamente innegociable en el once titular. Ante el Betis, multiplicó las conexiones del equipo sobre el césped y sus compañeros encontraron en él una auténtica lanzadera para viajar desde el área de Jaume Domènech hasta la de Adán. Jugó escorado a la izquierda en un sistema claramente asimétrico, le dio profundidad al equipo y generó situaciones de peligro. Fue junto a Feghouli el futbolista de mayor influencia en el fútbol de ataque de la primera mitad pero tras el descanso se quedó en el vestuario.