¿Puede un solo jugador cambiar la dinámica de un equipo entero? André Gomes tiene la respuesta. La presencia del portugués potencia el rendimiento del equipo en fase ofensiva -por opciones de pase, calidad técnica, despliegue físico o capacidad de ruptura, como se vio ante el Málaga- y permite fortalecer la transición defensiva porque siempre está dispuesto a dar un paso hacia adelante: comanda el pressing,. Su impacto tiene mucho que ver con la geometría aplicada al deporte y al triángulo como forma de asociación en el fútbol. Por posición y naturaleza, André ilumina desde un mismo vértice el funcionamiento de la sala de máquinas y de la banda izquierda, escudos de armas imprescindibles en el mejor Valencia de la temporada pasada. Es un circuito que se retroalimenta: André mejora a Parejo, Parejo mejora Fuego, Fuego mejora la resistencia de la retaguardia y viceversa. La energía de ese recorrido se extiende al resto de triángulos, como el defensivo. No se puede perder de vista esa estructura como parte de un todo, pero Gomes simplifica las soluciones, por velocidad, con y sin balón.

Bajo la lupa de la Champions

Ante el Gante, la tendencia fue clara. La banda izquierda terminó dibujando un triángulo decisivo. Las cifras de Opta Stats y el servicio de datos de la UEFA Champions League así lo reconocen. André Gomes y José Luis Gayà fueron los futbolistas que más participaron en la construcción. Las sociedades Gayà-André, André-Gayà y Gayà-Santi Mina tuvieron una influencia enorme en el comportamiento del equipo. Lo mismo sucedió cuando entró Pablo Piatti. Entre las virtudes del argentino, muchas veces infravaloradas, hay una capital para el equipo: trabaja para el lateral zurdo de Pedreguer como nadie.

Lo lanza hasta línea de fondo y cubre su espalda, mejorando el balance defensivo. En esa dirección, no se puede entender la mejora competitiva en la estructura de Nuno sin destacar el retorno de José Luis Gayà.

El carrilero cuajó el martes su primer gran partido en Champions, fue una de las vías principales para iniciar el juego y fue arquitecto principal en el gol de la victoria: de lateral a lateral y vuelta a la izquierda para su disparo final.

Alivio para el juego posicional

André Gomes y Gayà sobre el campo se traduce en más opciones de victoria. Los miembros del triángulo ofensivo son capaces de intercambiar posiciones (por eso con Zakaria Bakkali, Rodrigo o Santi Mina el funcionamiento no es el mismo) y progresar. En un equipo que vive de la intensidad en la presión, el ataque rápido, la velocidad, los desmarques de ruptura, el balón al espacio o el contragolpe, reactivar sus triángulos significa un oasis en su -mediocre- juego posicional. En la primera parte ante el Gante se vio un Valencia CF capaz de desbordar las líneas defensivas rivales y de crear situaciones de finalización en ventaja para los atacantes hasta el punto que Matz Sels, meta belga, fue figura.

El triángulo ofensivo desde la izquierda consigue abrir el campo con tres futbolistas en movimiento continuo. En su mejor versión desequilibran y dividen al adversario por detrás de la línea de presión creando ventajas numéricas y posicionales dos por uno ó tres por dos y creando nuevas situaciones de central y finalización (Gayà-Alcácer, Cancelo/Feghouli-Alcácer).

Banda derecha autosuficiente

Por desborde y gol, la banda derecha ha mantenido con vida el ataque del Valencia en muchos partidos. Cancelo puso un gran balón en el primer gol. Apertura de Parejo, centro del luso y llegada al área de Feghouli. Ahí también burbujea otro triángulo. Es un principio, porque hasta ahora la banda derecha ha tenido autonomía y vida propia. Cancelo para Feghouli, Feghouli para Cancelo. Ahí están los hechos. En el gol de la victoria también participó el lateral derecho. Un equipos son socios y sus sociedades. Por ahí se puede empezar a mejorar.