Es algo que se habla, se dice, se comenta€ Pero hasta que no me he pasado un par de noches durmiendo poco, mal y envuelto entre números, estadísticas y los nombres de un centenar de delanteros de la Liga no me había dado cuenta, con toda su crudeza, de la magnitud del problema que sufre el ataque del Valencia. Más allá de haber traspapelado los minutos de El-Arabi con los de Negredo -el valencianista ha hecho su único gol en 392 minutos y no en 786, discúlpenme-, los tres goles de la delantera en nueve partidos son ridículos para cualquier equipo que se preste a convivir con los mejores. Menos grave sería el tema, si fuera cosa solo de los chicos de arriba. La solución sería fácil, Peter Lim tiraría de chequera para cambiarse de delantera como de camisa. Sin embargo, acuérdense que algo parecido hizo hace un año con los millonarios fichajes de Rodrigo y Negredo. Y nada de nada. No es tan sencillo. Hay otros indicadores, como el posicionamiento atrasado de las líneas, el déficit físico, explicado perfectamente por mi colega César Izquierdo, o la paupérrima cifra de remates no bloqueados y ocasiones, que señalan a un mal de tipo colectivo en el Valencia. Y ya saben€ en el fútbol cuando la culpa es de todos, principalmente, lo es del técnico. El equipo ha perdido la identidad, no está jugando a nada, ataca mal y a impulsos y sólo cuando un rival menor se lo permite. Nuno Espírito Santo está suspendiendo el examen de segundo año, una reválida que él solito se encargó de ponérsela aún más difícil. En el verano de 2014 salió con la maleta preparada de Vila do Conde para entrenar a todo un Valencia, club que iba a comprar su amigo Peter Lim, amicísimo a su vez de su amigo y agente, Jorge Mendes. La temporada fue buena -no lo niego-, aunque nada nuevo que no hayamos disfrutado antes por aquí. El Valencia acabó cuarto y regresó a la Champions vía previa. Más allá del buen hacer del míster, los vientos soplaron a favor gracias a una plantilla renovada, con la ambición de entrar por los ojos al inversor y de ganarse un sitio en el once de un grande de la Liga. Una mezcla de fichajes certeros para la defensa, un partido por semana y unos cuantos jugadores pendientes de renovar que se jugaban también su futuro. Ahora el contexto es otro, la efervescencia por la llegada de Lim ha bajado, la exigencia sube con la Champions y, en verano, Nuno no supo meter la 'mano de mánager' que hacía falta. Refuerzos que discutieran titularidades, aumentasen la competencia y aportaran experiencia. Lo duro no es llegar, es mantenerse...