Lyon, Eibar, Barakaldo, Getafe. Por el momento, el trayecto de Gary Neville en el Valencia CF se escribe a fogonazos. Las fases de lucidez se mezclan con la confusión. Se han esbozado aciertos sobre los que insistir y errores para corregir de inmediato si se pretende alcanzar un tono competitivo suficiente a corto plazo. La capacidad de trabajo del inglés es concreta y tiene las ideas claras. Es absolutamente consciente del objetivo y de la urgencia. Ahora, lo importante es que el vestuario crea en lo que está haciendo. Si convence a los jugadores de su visión, podrá llevar adelante sus misión con fuerza. Si consigue que su mentalidad trascienda en el grupo, su influencia será decisiva. El camino al éxito acortará las estaciones y en eso precisamente está. El termómetro de un equipo es su estado de ánimo y parece que el Valencia CF ha superado la depresión. La autoestima y la confianza han mejorado, van a más. Todos quieren estar. Sin embargo, aquí la parte de los resultados es fundamental para evitar una posible recaída.

Neville recogió un equipo gripado, estropeado a todos los niveles. Ponerlo en marcha no es fácil, no puede ser cuestión de quince días, más allá del empate ante el Barça. Si bien, ese resultado frente a Luis Suárez, Neymar, Messi y compañía insiste en la capacidad del grupo. Ante el Getafe, la evolución tomó forma durante muchos minutos. El Valencia CF pagó caro los errores del inicio y estuvo cerca de salir derrotado en una recta final plena de descontrol. Sin embargo, las primeras ráfagas de su libro de estilo se hicieron evidentes.

Construir desde atrás

La apuesta por Parejo como vértice bajo en el 4-1-4-1 está directamente relacionada con la intención de encontrar una salida limpia, con la construcción en la dirección correcta. El objetivo es rifar el balón lo menos posible y evitar que el juego de ataque dependa permanentemente del éxito en los duelos individuales. Neville lo ha visto claro. Parejo encaja como referencia y ofrece nuevos ángulos de apertura. La compañía de jugadores más agresivos como Danilo o Enzo es fundamental, insistir en el 4-2-3-1, como sucedió ante el Barakaldo con Zahibo es una alternativa. El equilibrio no tiene forma única.

El Valencia funciona cuando encuentra espacios y puede correr. La intención es mejorar las soluciones en ataque estático. La premisa ´salir jugando´ obliga a los centrales a ser realmente precisos en la entrega. Los pases largos son una alternativa, pero se busca continuidad desde la base, situación que demanda dos cuestiones que ante el Getafe costaron un gol: eficacia y claridad en la distribución. Abdennour no estuvo fino y uno de sus errores lo concretaron entre Pablo Sarabia y Lafita.

Transiciones punzantes

El ataque rápido, la presión adelantada y la recuperación inmediata tras pérdida van a ser esenciales. Ante el Getafe se dibujó con claridad sobre el césped. Neville siempre ha hablado maravillas del Borussia Dortmund de Jürgen Klopp o el Bayern de Jupp Heynckes. El pressing es el mejor organizador del fútbol: arma al equipo de manera precisa para la recuperación y para desplegar el ataque, los jugadores están juntos para asociarse y más cerca de la portería rival. Además, trabaja sobre el adversario cuando se está abriendo para atacarlo en el momento más vulnerable. Si recuperas a 70 metros, el rival tiene más tiempo para organizarse.

El equipo debe ser corto y compacto. La idea es avanzar y tocar, aprovechar los espacios para llegar lo antes posible. Romper en tres pases. Si la presión intensiva sobre la salida rival funciona, puede resultar espectacular. Si por el contrario hace aguas, pueden darse situaciones de desequilibrio, se ataca peor y se defiende mucho peor. Aparecen espacios para el rival, cunde la desorganización, faltan las ayudas, se multiplican los dos contra uno. La valentía o la ambición se transforman en temeridad, en riesgos difíciles de sostener.

Defensa adelantada

Si la presión falla y las ideas se mezclan puede cundir la sensación del final contra el Getafe: escaso control, partido abierto al intercambio de golpes y autopistas para ser contraatacado en caso de no finalizar bien las jugadas o fallar pases sencillos. El control y la pausa se tienen que mezclar con el frenesí de manera inteligente. No siempre se puede llegar por la vía rápida. Hay que controlar el ritmo, no ser devorado por el ritmo. Hacer el campo corto, presionar y ganar el balón tan alto como sea posible es un reto muy potente. Por eso -tras el partido del sábado- Neville insistió en los problemas para frenar las contras. Despejó los nubarrones sobre la defensa y marcó los errores en el sistema defensivo, más allá de los fallos individuales que costaron goles al principio. Con un centro del campo formado por Mina, Parejo, André y De Paul; más Negredo y Alcácer arriba, se rozó el gol del triunfo y también la derrota. Al equipo todavía le falta frescura y se sintió en los últimos 20 minutos. Así, faltó la energía inicial para atacar, empeoró la presión, no hubo recuperación y se difuminaron los filtros para detener las oleadas del Getafe. Para sostener el sistema hacen falta piernas, cabeza y mucha confianza.

Abrir las bandas

El Valencia tiene que estar listo para recuperar la posición y desplegarse abriendo el campo. Profundidad y amplitud. La llegada de los hombres de segunda línea es básica. También abrir y explotar los pasillos exteriores. João Cancelo dio forma a esta idea de forma radical ante el Getafe. Romper, conducir, desbordar y centrar. Santi Mina también se ha cogido. Ha marcado en dos de los tres últimos partidos.

Confianza en los jóvenes

Nacho Gil, Zahibo, Diallo, Fran Villalba, Tropi, Rafa Mir o Antonio Sivera han entrenado a las órdenes de Gary Neville. El inglés insiste siempre: trabaja cada día pensando en el largo plazo, como si fuera a estar aquí para recoger los frutos dentro de tres o cuatro años. Gary ha vuelto a llenar de contenido una parte del proyecto abandonada desde el adiós de Rufete. La apuesta no extraña atendiendo a su formación con Sir Alex Ferguson en el United. El inglés es consciente del plus de identidad que aporta el futbolista hecho en casa, más cuando tiene calidad. Con Zahibo, Fran y Diallo cuenta ya para el primer equipo. Siempre queda el mercado, pero la mejor solución puede estar en casa. Es un principio... esperanzador.