El día cuatro de enero del pasado año, el Madrid aterrizaba en Mestalla después de proclamarse campeón del Mundial de Clubes. Sin embargo, ni el pasillo previo ni el escudo plateado en el pecho que así lo hacía constar le valdrían al equipo de Ancelotti para seguir inflamando la racha de 22 victorias consecutivas en competición oficial, un reto que se resolvía como aliciente del momento tras un 2014 de grandes éxitos que abocaba al club a dos escenarios posibles: rizar el rizo o la debacle más absoluta. El Madrid, imparable hasta la fecha, acaparaba elogios y ponía en el centro de la mirilla al Coritiba brasileño, poseedor del récord histórico con solo dos triunfos más. Nadie allí hubiese urdido un plan en el que se considerase la derrota en València pero aquella noche Mestalla engullió al Madrid con todos sus registros. Barragán primero y Otamendi después, con un remate racial, sentenciaron a los blancos con una remontada de alto voltaje que supondría el inicio de un viacrucis del que el Madrid no ha logrado salir. Otamendi, contigo empezó todo.

«Después del Mundialito todo empezó a ir mal», reconoció Florentino Pérez. Doce meses después, el panorama para el Madrid es desolador. El club ha archivado el 2015 como uno de los años más negros de su historia, sin títulos en la vitrina y con derrotas humillantes que mezclan de forma peligrosa con un serial de episodios que han deslizado al Madrid como el hazmerreír del planeta fútbol. La de Mestalla fue la primera de las 11 derrotas que sufriría el conjunto blanco en los 56 partidos oficiales que disputó el año pasado. Una cifra a la que se suman 9 empates y que contrasta una realidad: el equipo se ha consumido en el fracaso. Por el camino, Florentino trituró a Ancelotti, artífice de la Décima y de la recuperación de su vestuario tras el devastador paso del huracán ´Mou´; Benítez está a centímetros de despeñarse por el abismo y la afición ya pide la dimisión del presidente.

El 7 de febrero tuvo lugar el primer ridículo del año, el episodio que caricaturiza la debacle del Madrid con mayor precisión. Tras el batacazo ante el Atleti, un cuatro a cero para los colchoneros, los blancos salieron a toda paleta del estadio para llegar al cumpleaños de Cristiano Ronaldo. La fiesta, más inoportuna imposible, fue retransmitida al instante por el cantante colombiano Kevin Roldán, al que el ´7´ pagó para que amenizara la velada. Marcelo, Khedira, James, Modric, Keylor e incluso miembros del cuerpo técnico como Clement, Hierro o el delegado Chendo acudieron al homenaje que encendió al madridismo, que sentenció a su estrella y que se convirtió en el combustible de chistes como aquel de Piqué: «contigo empezó todo».

En mayo llegó la eliminación de Champions a manos de Morata, el canterano que salió a la Juventus para triunfar y que firmaría la venganza con dos goles decisivos. El curso avanzó y tan pronto salieron las informaciones -filtradas desde el club- en torno a una posible destitución de Ancelotti, Florentino compareció para ratificar al italiano, pues había detectado que los jugadores estaban con él, hasta el punto de apoyarle con fotografías en redes sociales, como hizo Cristiano. Pese a la coreografía, Florentino destituyó al técnico semanas después. Se marcharía también Casillas, acosado por la directiva, que impulsó una estrategia para desacreditarlo, parapetada tras la figura de Mourinho y con la aprobación del sector radical del Benabéu. Lo hizo solo nadie del club le acompañó. El Madrid no estuvo a la altura. Florentino reaccionó a las críticas y posó junto a este en un evento sin credibilidad, con un aroma post mortem que rayó lo macabro.

Poco después, el presidente trazó una estrategia de desgaste sin precedentes contra Ramos con la renovación de fondo. Florentino tensó la cuerda utilizando a los medios de comunicación afines con filtraciones interesadas y machacó a su capitán. Después, el ridículo con el tránsfer de De Gea y el United, la dolorosa derrota en el Clásico, los viajecitos de Ronaldo a Marruecos, las goleadas nocivas contra rivales de bajo perfil -Malmoe por 8-0 o Rayo por 10-2-, los problemas delictivos de Benzema y la mala relación del técnico con sus jugadores. El 2 de diciembre llegó la eliminación copera por alineación indebida. Mañana Mestalla podría sentenciar a Rafa Benítez.