Entre el Valencia y el Levante tienen al borde de un ataque de nervios a la Valencia futbolera, suerte que siempre nos quedará el baloncesto gracias a la temporada de escándalo que se está marcando el Valencia Basket. 23 victorias seguidas sin fallo se dice pronto pero es un hecho extraordinario, ya las quisieran otros para sí o aunque fuera la mitad, tanto que Gary Neville ha puesto a los suyos a atacar la canasta a ver si se les pega algo. Hace falta porque en el fútbol, como en el basket, también se avanza mucho más deprisa sumando de tres en tres, algo que el Levante lleva cuatro partidos sin conseguir en la Liga y el Valencia la friolera de cinco. Y eso que, después de muchos años de dificultades, ahora nuestros dos clubes de fútbol tienen la estabilidad económica de la que disfruta el baloncesto desde que se hicieron cargo los Roig. No hay excusa ninguna para unos registros tan pobres, simplemente se han hecho cosas mal y ahora toca apechugar con ello, sufrir y ganar muchos partidos para no perder de vista el norte, donde están los objetivos.

Regreso: la herencia envenenada

El descanso navideño le habrá venido muy bien sobre todo al Valencia por la cantidad de jugadores que acabaron el día del Getafe fundidos y todos los que venían ya quemados de la etapa anterior. En el primer día de trabajo, sin embargo, se aprecia con toda la crudeza que no se puede confiar en el milagro porque el equipo está bastante peor de lo que le contaban al señor Lim en los viajes a Singapur y no es tan fácil recuperar jugadores que están con problemas de verdad. La mano de Gary Neville va a ser fundamental para gestionar esta herencia envenenada empezando por esta misma semana, hay que decidir qué balas quemamos en Vila-Real y con qué echará el resto para intentar ganar al Real Madrid.

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