Muchos son los que empezaron a ver la luz el pasado 29 de noviembre, el día que Nuno Espírito Santo fue destituído después de perder en Sevilla, pero dos jugadores lo hacían de manera muy especial. Motivos tenían para ello. Álvaro Negredo y Rodrigo de Paul eran, tanto en público como en privado, los castigados. A uno le había puesto la cruz después de un mal partido en Bilbao; el otro vio como el día en que el equipo se jugaba la Liga de Campeones en Rusia su puesto lo ocupaba un juvenil. De la noche a la mañana, los dos pasaron de ver los partidos en la grada y no contar para nada a convertirse en cabezas de serie en el plan para recuperar el equipo competitivo que fue este Valencia CF. Hoy, Neville empieza a recoger los frutos de esta gestión de personal en forma de goles y asistencias. De Paul fue determinante frente al Real Madrid, uno de los partidos más exigentes de la temporada. Negredo firmó ante el Granada su primer triplete en la que es seguramente su mejor actuación desde que llegó año y medio atrás.

Quien impuso el castigo olvidó que lo importante no era la pena, sino la rehabilitación de dos futbolistas que por diferentes razones no estaban sumando. Es la diferencia entre el «nunca he dejado de contar con un jugador que me demuestre que quiere estar», con que Nuno explicó la decisión de no convocar al delantero durante varias semanas, al «Negredo juega porque se lo merece», declaración posterior a un error clamoroso que pudo suponer la victoria ante el Real Madrid en Mestalla. Negredo, el futbolista más caro de la plantilla, una inversión fabulosa del propietario que llevaba camino de perder todo su valor. De Paul, un joven diamante que ya nadie se preocupaba en pulir y llevaba camino de ser vendido en las rebajas. Ninguno de los dos, curiosamente, pertenece a la nómina de Gestifute, la agencia de Jorge Mendes.

Es la historia de dos de los jugadores con más calidad de la plantilla que no solo se habían perdido para la causa, su extraña situación „la amistad que les une agravaba las sospechas„ había generado además una división irreconciliable entre vestuario y entrenador. Las constantes vitales han vuelto pero es mucho el tiempo perdido. La recuperación de Negredo va paso a paso. Por su constitución física es un delantero que necesita muchos minutos para estar fino. Llegó con una lesión importante y nunca acabó de estarlo en su primera temporada. En verano Nuno quiso deshacerse de él y, aunque hizo el gol decisivo en Mónaco para entrar en la Champions, acabó defenestrado después de do errores en San Mamés. La Copa le ha servido para ganar confianza a base de goles, pero tiene que ir a más.

En un Valencia que hacía gala de sus jóvenes talentos de futuro, alguien se olvidó de que Rodrigo de Paul no tiene más que 21 años. Carácter, calidad, muchísimas ganas de triunfar, pero también defectos a corregir en el día a día. Tiene una cualidad que un equipo como el Valencia no puede permitirse desperdiciar, es de los que pone la pelota donde hay que ponerla. De sus botas nacieron las acciones con más peligro el día del Madrid, incluyendo el balón que acabó en el gol del empate de Alcácer; también el penalti del cuarto frente al Granada. En ello está Gary Neville, la confianza que ha transmitido a Negredo, a De Paul y en general a todos es la clave del éxito.