Podría ser desconexión lo que hubo para que, al final, el partido del despegue no acabase en otra cosa que en desastre. No es fácil encontrar las palabras y más cuando todo pasa por el filtro del traductor, aunque la que define ahora mismo el estado de ánimo es desilusión. Ya hemos pasado por muchas cosas desde el verano y no queda otra que levantarse. Como dice el entrenador, hoy toca empezar de nuevo y el próximo partido es nuestro gran reto, llegará el día en que las cosas saldrán aunque vamos entendiendo que no está tan cerca como nos gustaría. O como necesita el equipo para competir en el lugar de la tabla que le corresponde por historia y por presupuesto. Sabemos que desde el día en que cargó con el muerto, así literalmente, Neville no ha hecho otra cosa que trabajar para tapar todas las vías de agua que se encontró al llegar. Son muchas, la empresa es importante y ha de llevarla a cabo además tratando de contagiar a todos su optimismo, jugadores y aficionados. Con ello ha generado razones para creer, eso no es poco y desde luego no se va a venir abajo por un mal partido en el momento más inoportuno, aunque precisamente por eso el golpe es todavía más grande.

Preocupante

No se podía permitir el Valencia ni siquiera el lujo de empatar, por eso la derrota en este simulacro de partido no produce otra cosa que un enorme desencanto. Hubo un momento en que parecía que sí, había una diferencia de calidad que en un momento u otro se tenía que ver reflejada en el marcador, pero cada minuto malgastado era como una oportunidad perdida para acabar con esta pesadilla. Cada balón jugado hacia atrás, ahí donde después nadie es capaz de sacarlo, un regalo para un rival que no es nadie. Y después, de repente, la nada. Primero se bloquean las piernas, después la cabeza. La sensación de tristeza que dejan esos minutos finales convierte este momento en uno de los más preocupantes de toda la temporada. El aficionado se pone la camiseta y se agarra al escudo cuando se dispone a ver un partido que confía en ganar, sabe que su equipo quiere y puede ganar, pero acaba rendido a la evidencia de que todo lo conseguido no es suficiente para imponerse a uno de los equipos que pelean para no caer en el pozo del descenso.

Cambio de discurso

Desveló Gary Neville en una entrevista que, cuando recibió la llamada, Peter Lim le dijo algo así como «sal ahí y haz el trabajo que tienes que hacer». Su trabajo lo está haciendo, pero el equipo está a 16 puntos del cuarto clasificado. Quizá es el momento de cambiar el discurso y admitir que no hay otro camino más allá de buscar en el mercado lo que nos falta, de que el propietario salga también y haga el trabajo que tiene que hacer, que es poner las condiciones para que el equipo sea de verdad más fuerte.

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