El Valencia tiene un problema en defensa y necesita intervención de urgencia. Los hermanos Neville tratan de levantar ahora mismo a un equipo al borde del abismo y concentran sus esfuerzos en recuperar todas las parcelas para competir dentro de las aspiraciones. De todas ellas, la delantera es claramente la que mejor carbura, seguida de la medular y muy por detrás está la zaga, que a día de hoy es un boquete por el que se escapan muchos puntos en juego. Buena prueba de ello es la estadística que refleja que descontada la Copa del Rey, en la que se ha enfrentado al Barakaldo en dieciseisavos y después goleó al Granada en octavos, el Valencia ha encajado goles en los últimos doce partidos que ha disputado y eso, en un estado de fragilidad tan vibrante como el actual, pesa como una auténtica losa sobre las probabilidades de éxito de este equipo. El conjunto de Mestalla no puede permitirse afrontar cada partido un argumento de remontada si quiere armar una reacción. El objetivo pasa por blindar la zaga.

Los técnicos han detectado que existe un problema en la base que impide que el equipo se mantenga dentro de una regularidad. El Valencia presenta carencias tácticas en facetas defensivas desde la temporada pasada. Por aquel entonces, sin embargo, el equipo sobrevivía e incluso marcaba diferencias gracias al abrigo de Otamendi, un número uno en lo suyo a nivel mundial, que ensamblaba todo el engranaje y hacía mejores a sus compañeros, entre ellos Mustafi. El alemán, pese a las buenas sensaciones que dejó al inicio del curso, ha experimentado un bajón terrible en su rendimiento que alcanzó tintes de caricatura ante la Real Sociedad en Anoeta. Ambos, junto con Javi Fuego en un estado de forma altísimo,que nada tiene que ver con el actual, formaban un sólido triángulo de seguridad que sostenía al equipo, que de la medular en adelante vivía de la pegada y de la calidad individual.

Traspasado el argentino, el panorama en defensa es desde entonces lo más parecido a una lágrima. Por mucho que la salida de Otamendi fuera previsible, Nuno no trabajó lo suficiente el sistema defensivo y esperó que el rendimiento de Abdennour fuera explosivo, al nivel del central argentino, un escenario que por lo visto hasta la fecha no parece alentador. El nuevo staff, sin embargo, confía al cien por cien en el tunecino y ha establecido como prioridad dentro de la situación de alarma recuperar la seguridad para crecer desde la retaguardia. Para ello se espera un paso al frente de Aymen, que más allá del elevado montante de su traspaso en el tramo final del mercado de fichajes „costó 25 millones de euros„, tiene mucho trabajo por delante para conseguir adaptarse a su nuevo contexto de competición. Los técnicos detectan potencial y ambición por triunfar en el central pero eso, a la postre, no va acompañado de comparecencias acertadas sobre el césped, más bien al contrario.

Un aspecto clave

Abdennour no está rindiendo al nivel de la exigencia del Valencia y además, controlando el inglés y el francés, se ha acomodado en la barrera del idioma, una postura muy poco inteligente en una posición tan específica como la suya, por mucho que juegue al lado de Mustafi, porque le impide interaccionar con sus compañeros. Los técnicos esperan mucho de él para cambiarle la cara al equipo desde atrás y para ello están incidiendo mucho a los jugadores en el orden defensivo, machacando conceptos y automatismos que le permitan al equipo crecer desde la primera línea a través de la solidez, el equilibrio y la salida de balón. Buena prueba de ello es el entrenamiento del pasado jueves, el tercero en las últimas semanas, y el contenido en torno al que versó la charla-terapia con vídeo que se llevó a cabo en el interior de las instalaciones de Paterna tras la dolorosa derrota en Anoeta.