No disparen al pianista», rezaba el cartel en las antiguas cantinas del oeste. El motivo de aquel slogan era advertir a los pistoleros que se mataran entre ellos pero que respetaran al artista del dependía el espectáculo. En Mestalla parece que haya un cartel que rece «disparemos contra todo». El último punto de fricción que ha brotado tiene que ver con el brazalete de capitán. Para nada es nuevo este episodio. Los que ya tenemos una pila de años, recordamos como en los 90 Guus Hiddink degradó a Fernando Gómez para dotar de tal distintivo a Lubo Penev, o como a principios de siglo Rafa Benítez desposeyó a Santi Cañizares del distintivo para señalar a David Albelda como su elegido. Más recientemente hay otros episodios como los sainetes que montaba el entrenador diésel (el que iba a Gasoil) cada verano para elegir capitanes, o el pollo que montó otro amante de la luna, Ever Banega, cuando anticipó que era el año en el que la iba a romper (acabó cedido en Newell´s) y exigió en el club la capitanía, aunque en este caso habría que recordar que contra el vicio de pedir, también existe la virtud de no dar.

En todos estos casos que acabo de exponer reside un denominador común: todos esos cambios de capitanía fueron realizados en la pretemporada. Nunca con la campaña ya en marcha. Dicen los indios que «a mitad del río no se debe cambiar de caballo». Y la verdad es que los cambios de lo que sea en mitad de una temporada son peligrosos y suelen acabar mal, muy mal.

¿Merece Paco el brazalete de capitán? Rotundamente, sí. ¿Era Parejo la mejor opción para llevar el brazalete? Probablemene no. Pero de ahí a hacerlo a mitad de una temporada me parece de una torpeza supina. Neville ha señalado públicamente al de Coslada. Por mucho que se empeñe en loarlo en cada rueda de prensa, Neville ha confirmado que hubo más que palabras en el descanso del Valencia-Rayo y que quedó descontento de la ascendencia de Parejo sobre el grupo.

Lo que ocurre es que (voy a destapar el tarrito de la impopularidad, venga) como es fácil y está bien visto en Valencia arrearle a Parejo, pues p´alante. Aquí llevamos años disparando contra el pianista. Y no lo digo por Parejo (que también). Que alguien me explique si cuando no ha estado Parejo ha habido algún futbolista que le haya aportado criterio a la circulación de pelota. Porque André Gomés se pasa más tiempo lesionado que jugando. Y si no dispusiera de un buen diseño iba a recibir más palos que Poli Díaz cuando se metió en un ring con Sweet Pernell Whitaker (ya he dicho que hoy iba a ser impopular).

Pero aquí somos así. Hay que tirar contra Parejo. Hay que ir contra Alcácer y contra Jaume («los vendidos de los periodistas los apoyan porque son de la terreta», como si mi valencianista preferido de todos los tiempos no fuera don Mario Kempes). Hay que recordarse unos a otros si apoyaste a fulano o a mengano „hay quien sólo vive a gusto en el conflicto„. Hay que ser de Nuno o de Neville, como si uno hubiera hecho mejor las cosas que el otro, y así hasta la saciedad.

Siempre defendí que el público es soberano. Paga una entrada (o un pase), y eso para mí es sagrado. Pero ello no significa que no tenga mi opinión. Y a veces nos haría mucho bien a todos menos inquina con el de la butaca de al lado y entender que no hay una sola manera de querer al murciélago del escudo. Hay tantas, como puntos de vista existen. Quizá así nos iría mejor.

Puede que Parejo (y no soy sospechoso de haber mostrado públicamente mis preferencias por el 10) no fuera la mejor opción para lucir el brazalete. Pero de ahí, a todo lo que se le está faltando el respeto creo que hay un trecho excesivo. Se le acusa de ser la bala que mató a Kennedy. Y me parece una exageración.

Y por otro lado, habría que recordar tres cosas a Gary Nóvel. 1. Que ya no es comentarista y sí entrenador. 2. Que antes de que él llegara a Valencia aquí ya militábamos en la élite. Y 3. Que trabaje una idea y su equipo gane de una puñetera vez un partido. Mientras tanto habrá cosas que no cambiarán. En el Saloon a este lado del río Turia, seguiremos disparando al pianista.

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