En las oficinas de Bahía Internacional, la agencia de representación que lleva los asuntos de Dani Parejo, hay abierta una línea de comunicación con García Pitarch que ha registrado ya al menos tres conversaciones «importantes» a lo largo de los últimos días. El jueves, sin ir más lejos, el director deportivo del Valencia estaba al otro lado del teléfono. El contacto es permanente y si uno ajusta los hechos en una línea temporal, se da cuenta de que la fotografía tiene más profundidad de lo que parece a simple vista. ¿Hay caso Parejo? ¿Está contento? De lo que no hay dudas es que hay mucha tela que cortar. Su trayectoria como capitán tocó a su fin tras el descanso del partido ante el Rayo. Tras ese episodio, en el que Gary Neville le pidió sin éxito que arengase a sus compañeros para armar un discurso de remontada en la segunda parte, el cuerpo técnico aceptó una realidad que manejaba ya desde hacía algunas semanas: el cambio no podía demorarse más.

El Valencia atraviesa una situación de dificultad y necesita líderes que sostengan bajo cualquier circunstancia a un equipo cogido con alfileres por un primer tramo de temporada destructivo. El de Coslada portaba el brazalete de capitán porque Nuno se lo había otorgado a principios del curso pasado pero nunca llegó a ejercer como tal. Ese trozo de tela no admite matices, es casi sagrado. Había que tomar una decisión y Dani era consciente de ello, por lo que mantuvo una conversación con el técnico y se acordó «de mutuo acuerdo», tal y como se explicó al vestuario antes de jugar el partido ante Las Palmas, que cerrase su etapa había acabado. El futbolista, cuya naturaleza no encaja ni mucho menos con los parámetros que definen el rol que calzaba hasta la fecha, no solo no cumplía con algunas de sus responsabilidades -como aglutinar a sus compañeros dentro y fuera del campo o representar al equipo dando la cara en los momentos difíciles- sino que en los últimos meses se había convertido en uno de los objetivos de mayor relieve para la crítica, algo con lo que no tragaba. Neville, que tiene la obligación de sacar su mejor versión, conviene que quitarle el brazalete puede suponerle a Dani «una liberación».

De manera escueta

En la mañana del viernes, SUPER adelantaba en su edición digital el nombre de los nuevos capitanes tan solo unos minutos después de que el cuerpo técnico informara a la plantilla. Serán Alcácer, Negredo, Alves y Javi Fuego. La comunicación se produjo de forma escueta, no hubo una charla como tal alrededor de este aspecto porque «la situación no está para shows, ahora hay que preocuparse por cosas más importantes», como afirmaba un futbolista a este periódico. La decisión es cien por cien del entrenador; no se celebró ninguna votación entre los jugadores para elegir a los representantes. No hacía falta. El técnico tenía claros cuáles eran sus hombres. En su comparecencia de prensa posterior al partido del domingo alabó la actitud de Alcácer, frontal y autocrítico tras un empate doloroso, y al día siguiente vio cómo Negredo, que había oficiado de capitán en un corrillo tras el descanso y que es reconocido por todos sus compañeros por su compromiso desde que llegó del City, lanzaba mensajes que abrigaban a la plantilla en un momento de fragilidad e incluso pedía «un paso al frente» para reaccionar. El Tiburón y Paco, con actos, han adelantado a Parejo a toda velocidad. El jueves, tras la visita de Las Palmas, Neville reconoció que llevaba hablando del tema con Parejo «los últimos dos o tres días», que es exactamente el mismo tiempo que García Pitarch y sus representantes llevan intercambiando llamadas telefónicas.