No tengo nada en contra de la democracia tuitera. Evidentemente, no es perfecta y, como en cada casa, empresa o en cada bar, en ella hay opiniones de todos los colores. Por caber cabe hasta lo que no debería, los insultos de unos cuantos maleducados. Aún así, prefiero esa libre diversidad de puntos de vista que limitarme a leer a las plumas eruditas de siempre. No le vendría mal, incluso, al máximo accionista del Valencia CF que los asesores que tiene por aquí le traduzcan unos cuantos tuits posteriores al partido de Riazor. Entre los aficionados proliferan certeros analistas sobre los males del equipo. Y bien educados.

Ahora lo más fácil es apuntar el objetivo hacia el más débil y al que parece que le queda menos tiempo en Valencia. Al entrenador, a Gary Neville. Es innegable que su táctica es todo un galimatías, los chicos no juegan a nada y en la Liga no le ganan a nadie desde el 7 de noviembre del año pasado. Sin embargo, muchos de los tuiteros que sufren, día tras día, a su equipo saben que el inglés es sólo ese recluta novato al que le ha caído en la mano una granada con la anilla quitada a punto de explotar. Y, curiosamente, recibió la bomba de parte de un amigo? Peter Lim.

El empresario trajo de Singapur la oferta más seria para salvaguardar la viabilidad económica del club, pero la viabilidad deportiva es otra cosa muy distinta al sinsentido de las decisiones tomadas desde julio de 2015. Y, claro, tarde o temprano, las derrotas afectarán al money. Los errores cometidos en verano ya se han dicho y escrito por activa y por pasiva. En resumen, una plantilla planificada para la promoción de jóvenes valores que ha derivado, con la colaboración de técnicos y jugadores, en un equipo pequeño, perdido y asustado en la clasificación liguera.

El verano es historia. Este invierno Lim, como cirujano responsable que es, tiene la oportunidad de empezar a meter el bisturí en el cuerpo de su Valencia. Hace unas semanas dio un primer paso restaurando la figura necesaria de un director deportivo. Suele decirse que nunca es tarde si la dicha es buena, aunque lo razonable hubiera sido hacerlo dos meses antes. A García Pitarch le quedan sólo cinco días para concretar un par de salidas, cuadrar el límite financiero de la LFP y poder reformar la plantilla con tres estímulos para la defensa, el mediocampo y el extremo zurdo. Lo que hay no es suficiente. Conforme están las cosas, entre cifras históricamente negativas, sería una nueva negligencia haber fichado a un ´fichador´ para que el sábado los valencianistas se despierten sin fichajes y con cara de bobos.

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