Ser del Valencia siempre ha sido jodido. Lo fácil, de toda la vida, ha sido alistarse al Real Madrid o al FC Barcelona, de modo que cualquier otra alternativa es meritoria. Fue mi caso. Mi padre, rara avis, no es futbolero. Pero se sacrificó durante años por llevarme a Mestalla y que pudiera disfrutar de mi equipo, el Valencia de mi abuelo materno, Rafael. Siempre se lo agradeceré, a mi padre por el esfuerzo y a mi abuelo por inculcarme el sentiment. Pero como todo en esta vida no es de color de rosa, el primer gran palo del que tengo uso de razón fue aquella fatídica tarde en Karlsruher. Esa lamentable retransmisión televisiva interrumpida por pausas publicitarias, ese suplicio en tierras bávaras con Wilmots y compañía disfrazados de verdugos valencianistas. Pues bien, la derrota del pasado miércoles fue el Karlsruher de una nueva generación de valencianistas, la de mi hijo, que son del Valencia porque sí, porque lo han mamado. En la actualidad, un niño del Valencia no tiene ninguna motivación para serlo: no gana títulos, su equipo no sale en las grandes cadenas nacionales y los dos grandes iconos del fútbol mundial, Messi y Cristiano, militan en Barça y Madrid. Sólo ven goleadas de estos dos equipos, hat-tricks de estos dos jugadores, prendas deportivas con los anagramas de CR7 y de Messi. A priori, no hay alternativa. Pero ellos son del Valencia. Y van a Mestalla. Y se les ríen en el colegio porque el Sporting ganó en Mestalla. Y el miércoles lloraron por la noche porque su Valencia había sido humillado en el Camp Nou. «Hijo, bienvenido al Valencia», le dije. Fue duro, fue su Karlsruher particular, pero con el tiempo se dará cuenta de la grandeza del equipo del que ha elegido ser. Es cíclico.

Neville y el cagómetro

Si cuando lees estas líneas Gary Neville sigue siendo el entrenador del Valencia, no le des más vueltas: es el amigo del dueño y por eso sigue en su cargo. El técnico ha perdido todo el control de la situación, toma decisiones incoherentes, plantea mal los partidos, ya no es simpático en la sala de prensa y la afición, desde los foros a los que puede acudir, ya entona el «Gary vete ya». El Valencia es un alma en pena y si no se toman decisiones drásticas pronto, el equipo se va a Segunda División de cabeza. Perder contra el Sporting en Mestalla no fue casualidad. El equipo generó ocasiones y las desperdició todas. Y en una acción aislada perdió el partido por un penalti tonto de un jugador que jamás debería ser titular en el Valencia. Eso solo le pasa a los equipos que huelen a descenso. Eso es así. El partido del domingo es un drama. Si no le ganas al Betis, el cagómetro del descenso se pondrá en marcha. Suso, por favor, sácanos de esta situación.

Cheryshev, te quiero

Además de la humillación que supone perder por 7-0 y de que Neymar se pase el partido con sus payasadas, Neville echó más leña a la hoguera con la entrada al campo de Denis Cheryshev. El chaval, que fue lo único destacable del Valencia en el Camp Nou, tuvo que sufrir el escarnio de los cánticos recordando el famoso cambio de Rafa Benítez en el Carranza. Entró con el marcador reflejando un 3-0 ya definitivo. ¿Era necesario? Y para más ´inri´ se comió el sapo de explicar la debacle ante las cámaras de televisión ante la ausencia de un capitán que diera la cara. Ante este máster de valencianismo que ha hecho el chaval en sus primeras horas como jugador blanquinegro no me queda otra que decirle: «Cheryshev, te quiero, tío».

De Paul y su Racing

Los que me leéis en SUPER o escucháis en tertulias radiofónicas sabéis que Rodrigo de Paul nunca ha sido santo de mi devoción. Me encantaría que algún día triunfara en el Valencia, porque calidad tiene. Pero sigo pensando que es más bonito que bueno. Y los dos entrenadores que ha tenido en Mestalla me han dado la razón. Ahora bien, me defrauda todavía más que el argentino haya decidido que su salida sea volver al equipo de sus amores. Con todos mis respetos para los fanáticos de Avellaneda, se trata de un paso atrás en la carrera de De Paul. Y el Valencia se equivoca permitiéndole marcharse allá, a una liga menor y lejos de un control periódico para poder recuperar al jugador en un momento dado. Sí, estoy muy negativo y cenizo. ¡Qué le vamos a hacer! A ver si el domingo podemos dormir y el lunes en El Murciélago de Levante TV estamos más optimistas. ¡Amunt Valencia sempre!

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