El juego, el guión de cada partido, el cortocircuito de los futbolistas, los errores en las áreas, sus reflexiones en sala de prensa€ En muchos sentidos, Gary Neville es pura Ley de Murphy. Sin embargo, la situación del Valencia CF es algo más que pesimismo sin fundamento y memoria selectiva. La inclinación a la negatividad tiene que ver con el colapso a todos los niveles que sufre el equipo. La tormenta de derrotas, los goles sufridos, la falta de soluciones, la incompetencia para luchar contra la adversidad o la personalidad insuficiente justifican esa inclinación a la negatividad. La realidad se está empeñando en superar cualquier pesadilla. La plantilla está hecha un flan (presión, ansiedad, desconfianza), el entrenador está superado por la situación y la idea del descenso debería estar bien presente en cada espacio del club, cuestión que no está tan clara. Aquí se han hecho y se están haciendo demasiadas cosas mal y el resultado se expone cada tres días en el terreno de juego. La cadena recuerda los casos más negativos: Atlético o Villarreal.

Los errores del Valencia CF volvieron a pronunciarse en el Villamarín. No hubo organización, ni un plan superior, ni reacción. Van nueve jornadas de Liga sin respirar con Neville. La defensa es un drama, el ataque termina limitado al balón largo y el centro del campo no consigue imponer su fuerza/ calidad ante nadie.

En el gol, Abdennour estuvo dramáticamente blando, pero la acción (Rubén Castro, Musonda, Ricky van Wolfswinkel, Rubén Castro) volvió a tejerse sobre el espinazo de la sala de maquinas y la fachada de la defensa. El Valencia ya no gana a nadie porque no acumula méritos competitivos suficientes para marcar la diferencia sin dejar lugar para las dudas. La calidad no marca la diferencia porque todo es discontinuo, precipitado, trompicado. No hay una red colectiva que produzca una chispa en el circuito. La ausencia por lesión de Paco Alcácer, Enzo Pérez y Javi Fuego no ha ayudado. Su regreso será vida, aunque Gayà, Mustafi o André no estarán ante el Espanyol.

Las sensaciones bordean el síncope vivido en los últimos partidos con Nuno. Cada vez hay menos diferencias, aunque la responsabilidad no es la misma. La intervención final de Adán ante Rodrigo, el gol anulado a Mustafi, la aparición de Vargas para evitar el gol de Negredo sobre la línea€ Cuando la película se repite, una y otra vez, ya no puede ser sólo mala suerte.