En el minuto veinte del encuentro frente al Athletic sucedió lo que no tenía que suceder bajo ninguna circunstancia. Una falta lateral lanzada por Beñat conectó con la cabeza de Raúl García y de ahí directa al fondo de la red de la portería de Mat Ryan. En ese momento los jugadores de Neville comenzaron a mirarse las caras. Había ocurrido. Mustafi abroncaba a Javi Fuego, responsable de marcar al rival, que anotó sin oposición. Abdennour discutía con Negredo, Gayà caminaba cabizbajo, Parejo no encontraba explicación y en el banquillo los técnicos entraban en ebullición. El primer sentimiento fue pura incredulidad pero saltaba a la vista, la escena escondía mucho más que eso. Doce horas después, recién aterrizados en Manises, todavía resonaban los ecos del gol de Raúl García. Y no por tratarse del factor que condiciona ahora mismo la eliminatoria para el Valencia. La jugada estaba ensayada. San Mamés vio la misma falta que habían estado machacando en Paterna los jugadores del Valencia tan solo unas horas antes de poner rumbo hacia Bilbao.

Exactamente la misma, un envío desde la banda en dirección al corazón del área. Los futbolistas trillaron la misma coreografía una vez tras otra. Por ello, cuando Raúl García logró cabecear sin que nadie lo evitase e hizo subir el tanto al marcador despertó un poderoso sentimiento de rabia entre los protagonistas. Neville había insistido a sus hombres por activa y por pasiva desde hacía días en la importancia del balón parado, un aspecto del juego que es capaz de decantar por sí solo cualquier balanza y que en las últimas semanas está penalizando al Valencia. Tanto, que el equpo ha encajado goles por esta vía en cuatro de los últimos cinco partidos de Liga. La herida escuece aunque no queda otra: rehacerse.

Con ganas de revancha

En este sentido, pulsado el vestuario, las sensaciones de cara al asalto de vuelta son positivas dentro de los límites de la cautela. Los jugadores del Valencia reconocen off the record que el resultado de San Mamés, pese al precedente desfavorable de hace unos días en Mestalla, les reserva serias opciones de avanazar a la siguiente ronda de la Europa League. El partido de vuelta, con el estadio inflamado con un discurso de remontada que comenzó a caldearse la misma noche del jueves y en plenas Fallas, debe ser absolutamente terrorífico para los de Ernesto Valverde. Sobre el césped de San Mamés el Valencia compitió, bajó al barro y eso ha gustado al staff técnico, si bien se considera que el pésimo estado del terreno de juego igualó a ambos equipos en el apartado táctico, lo que favoreció a los de Neville, un grupo menos consolidado en este apartado respecto de los vascos. El Derbi será clave a efectos de confianza.