Miserias, apuros, carencias, angustias. El Derbi de València se presenta disfrazado de Terror y Muerte, entristezido por la frustrante trayectoria de los dos equipos. Las fantasías quedan para mejores ocasiones porque en esta matinal de domingo la rivalidad se sintetiza en necesidad y orgullo. ¿Pasión? La pasión es una virtud que corresponde a los equipos capaces de competir. ¿Ilusión? La ilusión se atribuye a los futbolistas subversivos que transmiten vida y capacidad de liderazgo. Levante y Valencia han hecho demasiadas cosas mal desde el verano como para presentar el Derbi como una fiesta feliz. La credibilidad y el crédito se conquistan en el campo. Las historias bonitas, los cuentos y las aventuras se reservan únicamente para quien las merece después de los partidos. La sensación que recorre el ambiente tiene que ver con la congoja del descenso y con el dolor del engaño. Los apuros han transformado la competencia en drama.

La victoria es un desafío existencial para un Levante obligado a creer hasta el final y a sumar para salvarse. En cuestión de exigencia y hambre, los granotas están muchos más desamparados. Ese factor debería desencadenar una respuesta lo suficientemente potente como para marcar la diferencia. Los menesteres ligueros en Mestalla son más ligeros. Las derrotas han limitado el final de temporada a sumar aquí y allá. El partido importante de la semana es la vuelta de Europa League en Mestalla, aunque el Derbi es el Derbi, claro.

Para los de Neville se trata de no caer más bajo. Mejor ahorrarse cualquier ridículo antes de empezar a imaginar una posible remontada ante el Athletic en Europa League. El objetivo es intentar cargarse de positivismo y confianza. Cuestión que no parece sencilla atendiendo a los precedentes. Rayo, Getafe, Sporting, Las Palmas… Excepto Granada y Espanyol prácticamente todos los equipos metidos en la mitad baja de la clasificación han conseguido retratar las carencias del Valencia CF de Gary Neville. El camino del orgullo, el sacrificio y la intensidad emprendidos sobre el barro de San Mamés son una buena solución para evitar la falta de dirección en el carácter.

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Gayà, Fuego, Piatti y Mustafi terminaron muy cargados de la lucha en el barrizal de San Mamés. A razón de lo que Gary Neville dijo en sala de prensa pueden tener descanso. Siqueira, Danilo, Mina y Vezo son alternativas para el once. Enzo Pérez trabaja con la mente puesta en la cita del jueves.

Los adversarios tienen tan claros los problemas del Valencia que hasta Rubi ha dedicado algún entrenamiento a preparar las acciones a balón parado. Una falta lateral y un saque de esquina pueden ser suficientes para romper el partido.

Otro de los objetivos es que el Valencia no pueda imponer su cuota superior de calidad técnica. Rubi ya ha advertido que pretende llevar la iniciativa a través del balón y hacer correr al Valencia. La declaración es ambiciosa y valiente, pero el escenario puede beneficiar a los blanquinegros. Para desarrollar el plan con éxito, el Levante deberá cargarse de pragmatismo y pegada. Lo sucedido en Mestalla es una lección. De nada sirve hacerlo bonito porque, sobre todo, hay que hacerlo bien. El equipo que se juega la vida es el Levante. Si sacan adelante este partido, estarán a tres puntos de la zona de salvación. El cambio de escenario sería radical, pero una derrota sería dura de asimilar... Mejor un hasta pronto con el vecino que despedirle con un adiós ¿no?