­­«Lo estamos haciendo bien, tenemos que seguir creyendo como hasta ahora, hay que seguir así hasta el final». Esa fue la directriz que dio Pako Ayestaran ayer por la mañana a sus jugadores en el interior de las instalaciones de Paterna. El técnico vasco no perdió el tiempo en discursos, de hecho fue breve en su comunicación con la plantilla, pero dejó un mensaje poderoso que contrasta el nivel de compromiso real de los protagonistas con el objetivo de llegar al séptimo puesto de la tabla, un desafío que podría abrir las puertas de Europa pese a la tendencia destructiva que ha resumido el resto de la temporada. El equipo se rehizo del tropiezo en Las Palmas con dos victorias de alto nivel contra Barça y Sevilla y confirmó su mejoría ante el Eibar con una puesta en escena que escarbó la reconfortante sensación de que la ruptura no es casualidad. El Valencia está lanzado y después de encadenar tres triunfos por primera vez en la temporada una marca impulsada por el trabajo táctico y físico de urgencia que lidera Ayestaran- comienza a gravitar sobre un estado de confianza que en el fútbol, normalmente, se resuelve en forma de factor diferencial. El Getafe marca la velocidad de crucero del nuevo Valencia en el Coliseum.

El técnico vasco acaricia un equipo de continuidad respecto al último episodio, hace solo cuatro días en Mestalla. Un esquema en el que pretende alimentar la seguridad de un eje, el formado por Mustafi y Abdennour, que parece encantado de conocerse, y en el que Enzo Pérez añadiría la solidez y la continuidad a una medular que palpitará al ritmo de Parejo, dejando el ataque en las botas de un Rodrigo en estado de inspiración, Alcácer en proceso de reivindicación para llegar a la Eurocopa y Santi Mina, la revelación de la temporada. Los jugadores no estarán solos, alrededor de medio millar de valencianistas se han desplazado a la capital de España para alentar al equipo en un escenario que, lejos del aspecto cadavérico que luce cada quince días, se inflamará para levantar a un Getafe que nada contracorriente para salvarse y no descender a Segunda.

Los de Ayestaran, más allá del discurso políticamente-correcto que proyectan cuando comparecen en público, se aferran a la séptima plaza con todas sus fuerzas mientras sea posible. Puede haber clavo ardiendo. La clave es ganar los cuatro partidos que le restan al calendario „una aventura que afrontan sin presión„ y esperar que pinche el Sevilla, que hoy, para comenzar, se la juega dos horas ante el Betis, un contexto competitivo lleno de matices y alicientes, en el que puede pasar cualquier cosa, independientemente del estado de forma de cada uno de los equipos. Jugadores y técnicos creen en ajustar la clasificación a última hora para que el club salga lo menos dañado posible de una temporada envenenada desde el día uno. «Tenéis que ganar, tenéis que ganar», le decía un aficionado valencianista ayer a los jugadores nada más llegar a la estación Puerta de Atocha. ¿Hasta qué punto va en serio la conjura del Valencia? La respuesta, en Getafe.