Santi Mina ha experimentado en los últimos meses una transformación que lo desliza como una de las sensaciones agradables de la temporada. El gallego, con veinte años, ha cruzado la frontera que distingue un proyecto de una realidad y ha dejado atrás una mestamorfosis que ha afectado los aspectos físico y psicológico. En el viaje a San Petersburgo, sin ir más lejos, el atacante reconoció que estaba mentalmente bloqueado. Nunca le había ocurrido algo similar. No le salían las cosas, estaba irreconocible... No se desesperó. Con continuidad daría más pronto que tarde con las buenas vibraciones. Recuperado de la mente, Santi se centró en potenciar su físico al máximo. Ya lo ha conseguido.

La temporada pasada, en su segunda temporada en la élite con el Celta de Vigo, el gallego estaba en un peso de 77 kilogramos. Este verano el Valencia se hizo con sus servicios. Santi salía de casa por primera vez y en cuestión de tiempo vio como su índice de masa muscular se disparaba. Rápidamente alcanzaría los 80 kilos, tres más de los que pesaba. No era una cuestión de grasa. De hecho, el gallego arrasa en la sección de verduras cada vez que baja al supermercado y es muy meticuloso en su dieta. Se había convertido en algo parecido a un Action Man, era puro músculo, pura potencia. Tanto, que los doctores del club analizaron la situación y le aconsejaron que debía bajar de peso, aproximadamente unos cuatro o cinco kilos, algo que le permitiría estar más cómodo a la hora de jugar y desencadenar así todo su potencial.

Superación y sacrificio

Santi siguió a pies juntillas las indicaciones de los doctores, modificó su rutina de trabajo específico y cuida el más mínimo detalle de su alimentación porque tiene un metabolismo muy particular, acelerado por naturaleza. Por sus condiciones, a poco que entrene su musculatura se pone como un toro y el fútbol le exige velocidad, aceleración, explosión. Se marcó el desafío de potenciar al máximo su capacidad atlética, afilar su físico hasta donde fuese posible para ser cada vez mejor. Y lo tomó muy en serio. Poco tiempo después comenzaron las llamadas de su mamá, Rita, preocupada porque lo veía demasiado delgado. Las madres son las madres. Lo asumió en cuanto comenzó a ver la sonrisa de su hijo, que desde su explosión ha firmado ocho goles y seis asistencias. Santi Mina ha engrasado la máquina, ha completado su transformación y a día de hoy pesa 77 kilos, seis menos de lo que llegó a pesar hace unos meses.

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