Mariscal, capataz, patrón? Con 23 años, Gustavo Gómez ha adquirido apelativos propios de un referente confirmado. Los titulares „muy potentes„ no sorprenden a quienes han seguido su evolución, sólida y ascendente, durante los últimos cuatro años. No es Ayala y tampoco Otamendi, pero es un muy buen central. Hace diez días, el paraguayo se proclamó campeón de Argentina con Lanús, donde ha impuesto su capacidad de mando desde el fondo y ha consolidado su posición dentro del marco sudamericano. Esa influencia se ha sentido también en su estreno en la Copa América, donde fue elegido MVP ante Costa Rica, con empate a cero. Por rendimiento objetivo, Gustavo ha terminado el último semestre entre los diez mejores jugadores del campeonato, plasmando en números dos de sus cualidades esenciales: su fortaleza en el juego aéreo (en las dos áreas) y su personalidad sacando el balón desde atrás. Hace unas semanas, Jorge Almirón, entrenador de Lanús, declaró que tenía la mejor defensa de Argentina y señaló a Gustavo como uno de los zagueros más importantes. Ahí quedan los datos: menos goles encajados (10 en 16 partidos) y diez veces portería a cero, más un rotundo 4-0 en la final por el título contra San Lorenzo.

El bloque granate ha barrido en todos los apartados: más victorias, menos derrotas y también ataque, porque sólo Racing ha mejorado sus 28 goles anotados, con 29. Gustavo Gómez llegó a Lanús en junio de 2014 de la mano de Guillermo Barros Schelotto, actual técnico de Boca, que potenció su buena adaptación desde Paraguay a base de confianza. En Libertad ya era una referencia, pero ha sido durante los últimos cinco meses cuando ha ofrecido su mejor versión dentro del modelo de Jorge Almirón.

La propuesta del entrenador argentino armoniza en muchos sentidos con las ideas de Pako Ayestaran, jerarquía para jugar y protagonismo con balón en todas las líneas. Ha sido una maravilla ver a Lanús por su nivel de acción en campo contrario y su capacidad para combinar a uno o dos toques, por la viveza en el ritmo, por sus ataques rápidos y por la manera de construir desde atrás: con los laterales lanzados, Marcone (mediocentro) metido entre los centrales, Braghieri (el central por la izquierda), abierto a un lado, y Gustavo Gómez, a la derecha. El paraguayo es un defensa concreto en la salida, tiene capacidad para avanzar en conducción, pero si no encuentra espacios no arriesga. Casi siempre juega en corto buscando la seguridad, aunque sabe romper líneas de presión con entregas en profundidad. Sólo es más impreciso cuando intenta el envío en largo o acomete un desplazamiento en diagonal hasta el pico del área opuesto.

Ayestaran entiende la defensa a partir de atacar mejor y en eso concorda con Almirón. Argentina no es La Liga y Lanús tampoco es el Valencia, pero Gustavo Gómez no entraría como un elefante en una cacharrería. Pako quiere centrales que generen pocos problemas a la hora de sacar la pelota, también agresivos, que no se les desborde fácilmente y que entiendan la defensa como algo colectivo. El paraguayo encaja perfecto en ese perfil.

Fortaleza defensiva

Por encima de todo, Gustavo Gómez es un defensa. Su físico (1,86 por 85 kilos) es contundente y sus formas también. El 23 octubre de 2015, en la semifinal de la Copa Argentina jugada en San Juan, levantó a Carlos Tévez dos metros sobre el césped, con una entrada brutal e imprescindible en su hoja curricular. Fue expulsado con roja ´redondeando´ un partido negro (derrota, 0-2); antes, Carlitos le había pintado la cara, mano a mano, en la maniobra del segundo gol. Fue un fogonazo de orgullo mal enfocado que con el tiempo ha reciclado en intensidad y contundencia.

Así juega Gustavo Gómez

Así juega Gustavo Gómez

Gustavo Gómez domina la defensa como si fuera un tipo de treinta años. Siempre ha sabido alimentarse de la experiencia de sus compañeros: Diego Braghieri, en Lanús, o Paulo da Silva, en Paraguay. Más potente que rápido, todavía tiene margen de mejora físico. En ese sentido, el salto a Europa le hará bien porque con el paso de las temporadas ha ido afilando con acierto su poderosa caja, ganando en cintura y conquistando la agilidad necesaria para manejarse en espacios cortos. Aquella célebre jornada, Tevez le marcó bien las costuras porque no es un cohete, aunque utiliza bien el cuerpo y corrige por tenacidad a la hora de ir al suelo y aplicarse en el tackling. Cuando sale fuera de zona, suele triunfar porque cada vez es más certero en la anticipación. Cuando sale a cerrar en banda, mete la pierna con decisión. En el área, brilla porque es capaz de despejarlo todo de cabeza.

Las expectativas y el listón

Gustavo Gómez es figura en Paraguay desde los 15 años. En 2010, con 17 años, Gerardo Martino se lo llevó al Mundial de Sudáfrica como sparring, para completar entrenamientos. Todavía estaba en el club de su pueblo, el 31 de Julio. Después dio el salto a Libertad de Asunción. Siempre fijo en inferiores, ha estado en dos Sudamericanos Sub20; en Argentina 2013 fue subcampeón como capitán y se ganó una plaza en el Mundial de la categoría. Poco después debutó en la absoluta, además con gol, en la fase de clasificación para el Mundial de Brasil. Su nombre estaba en la agenda muchos clubes europeos, pero decidió pasar primero por Argentina. Hasta Lanús llegó para reemplazar a Paolo Goltz, campeón y capitán del equipo que ganó la Sudamericana 2013, toda una referencia a la que ha sucedido con brillantez y sumando otro título de campeón.