Cada vez que a Santi Cañizares se le presenta la oportunidad de analizar la actualidad valencianista lo hace con su óptica particular. La del segundo futbolista con más trofeos de la historia del club. Sin paños calientes. Este jueves, el mítico exguardameta de Puertollano fue el encargado de cerrar el círculo de conferencias del prestigioso torneo internacional COTIF de l’Alcúdia y repasó, una vez culminada la cuarta temporada más desastrosa de la hitoria, todas las aristas del proyecto Lim. ¿En qué ha cambiado el Valencia respecto al suyo? La respuesta fue clara. «En mi época también había problemas, no era sencillo», introduce, «yo tuve la fortuna de jugar en la fase más histórica del club pero también perdíamos partidos y las cosas también nos iban mal pero al final en un partido de fútbol se ve el reflejo de toda la gente que trabaja detrás de un club».

El exportero seguía con su exposición, argumentando que el futbolista es culpable, pero solo en parte. En el Valencia ha habido una ausencia de modelo, no ha habido una estructura eficiente. «Cuando ves un equipo comprometido en el campo, profesional, ambicioso, que no está despistado en nada, con un objetivo claro y que es un colectivo que suma, suma y suma, es porque en toda la estructura de atrás tienes ese soporte. El futbolista es fácil que se despiste porque está muy presionado, tiene que jugar bien y ganar cada partido y muchas veces tiende a buscar una excusa. Cuando cada uno hace su función y se ejerce lo mejor que sabe, entonces, el futbolista ya no tiene excusa».

Si uno analiza punto por punto su argumentación comienza a intuir que la cosa va de contrastes. «En mi época el Valencia era un equipo muy profesional en todos los ámbitos. Teníamos una plantilla comprometida, entrenadores cualificados que sabían sacar lo mejor de cada uno, un cuerpo médico que nos mantenía en forma, una directiva que nos escuchaba...No había excusa», explica convencido.

Cree que no son «tan malos»

Ese panorama, dice, se capta en el día a día y genera un estado de descomposición que ha resumido la temporada en fracaso. «Creo que el jugador del Valencia no es tan malo como para quedar duodécimo. El Valencia tiene una plantilla para estar en una mejor posición pero tiene mucha distracción. ¿Por qué? Llegas a entrenar por la mañana y ves que a aquel de allá le han contratado en mi posición y gana el doble que yo o no sé a quien dirigirme para hablar con el club. A mí me exigen que de el 100 por cien pero me han traído un entrenador que no habla castellano ni ha entrenado nunca en su vida», sentencia.