A lo largo de los últimos siete meses José Luis Gayà ha atravesado un auténtico vía crucis. Todo empezó el 19 de diciembre, cuando sus dolencias en el pubis le obligaron a retirarse del partido ante el Getafe y esa misma lesión desencadenó un serial de problemas en los isquiotibiales de la pierna derecha que se han prolongado hasta final de temporada. Sin embargo, por primera vez en mucho tiempo, el lateral de Pedreguer se encuentra al mismo nivel físico que el resto de sus compañeros. El ‘14’ avista por el retrovisor y cada vez más lejos los problemas que han mermado su enorme potencial el curso pasado. Está preparado para comenzar la pretemporada con garantías y si los técnicos dan luz verde, lo hará con el grupo desde el primer minuto. Renunció a tres de las cinco semanas de vacaciones —ha sido el futbolista con menos tiempo libre del plantel— para recuperarse al cien por cien de sus molestias y lo ha conseguido. Está al cien por cien de los isquios y del pubis a falta de comprobar cómo asimila su cuerpo el aumento progresivo de la intensidad sobre el terreno de juego, un proceso que arranca a partir de mañana. Su compromiso ha sido máximo. Ni siquiera en el poco tiempo que se concedió a sí mismo para desconectar, en el que aprovechó para ir a su pueblo y a Ibiza, ha dejado de ejercitarse en gimnasios.

Su objetivo ahora es recuperar su mejor versión, la del año de su despegue, un rendimiento que fascinó al planeta fútbol, que hizo las delicias de Mestalla y que lo catapultó incluso a una convocatoria para entrenar con la selección absoluta a final de curso. Su impacto en el funcionamiento colectivo del equipo ese curso fue decisivo, participando en un altísimo porcentaje de los goles conseguidos gracias a sus incorporaciones por la izquierda y firmando dos tantos y 6 asistencias. Gayà finiquitó la temporada siendo uno de los tres futbolistas más determinantes del equipo junto a Otamendi y Alves, jugando como titular 34 de los 37 partidos que disputó entre la Liga y la Copa del Rey —este año ha jugado 1.441 minutos por los 2.916 de la temporada anterior, casi la mitad— y cuando llegó el momento de apostar por el club lo hizo con una renovación que fue celebrada con una frase de Rufete, uno de sus grandes valedores, que suena casi a premonición: "Gayà es el futuro capitán del Valencia". Lo lleva en su ADN y es tan solo una cuestión de tiempo.

[José Luis Gayà, valencianista de cuna]

Pieza clave

Por eso mismo el club le sacó billetes para ir a Singapur este verano en una selecta representación de la plantilla, si bien finalmente se tomó la decisión de que se quedase en Paterna para no dilatar su tiempo estimado de recuperación y que pudiese comenzar mañana al cien por cien. Pako Ayestaran le tiene reservado un papel protagonista y la idea es que, sin problemas físicos, recupere el estatus de titular indiscutible y convierta el carril izquierdo de la zaga en un cañón. Tiene un carácter ganador que marca diferencias, tanto en los buenos como en los malos momentos, y después de una temporada de grandes sacrificios y escasas recompensas, está lleno de revancha. Atrás quedan los dolores a primera hora de la mañana —veía las estrellas al levantarse de la cama— y las dobles sesiones a solas en Paterna. Cuando lo más fácil hubiese sido hacerse a un lado y centrar todos sus esfuerzos en recuperarse, Gayà adquirió un compromiso moral con el equipo, que atravesaba una delicadísma situación, y no paró hasta que el Valencia se quedó sin objetivos. Sentía que tenía que ayudar. Ahora, una vez superado este infierno, está lleno de revancha. Ha trabajado para recuperar su plenitud física y lo ha logrado: recupera su sonrisa y mañana vuelve a ejercitarse con el grupo. El valencianismo le esperaba. El mejor Gayà ya está en camino.