Álvaro Medrán tiene el arte de la escuela andaluza y el sello de calidad del Real Madrid. El cordobés es un centrocampista ideal para el juego posicional: piensa rápido, la técnica acompaña la ejecución, se mueve con inteligencia, tiene ritmo, juega en corto, resuelve situaciones comprometidas en espacios reducidos, es capaz de mover el balón con precisión en largo, se mueve rápido, tiene recorrido, un fenomenal disparo de media distancia y es ordenado en la recuperación, aunque no es un jugador defensivo. Por su manera de expresarse sobre el terreno de juego, también por talla y físico (1,76 m x 68 kg), encaja en el perfil de interior criado en La Masía. El Valencia no tiene un centrocampista con esa chispa.

Medrán enriquecerá las opciones de la plantilla; puede actuar de mediocentro, centrocampista de ataque y pivote creativo. Con una veintena de partidos en primera división, la cesión al Getafe como referencia en la elite y 22 años, las dudas son razonables. Hoy, tendría difícil hacerse con la titularidad ante el trío Javi Fuego, Parejo, André Gomes. No es un jugador perfecto, obviamente. Está en pleno proceso de maduración y debe mejorar muchos apartados (toma de decisiones, selección de pase, contundencia defensiva, continuidad), pero tiene el margen de mejora necesario para pasar de apuesta con interrogantes a acierto ilusionante con signos de admiración. En principio, Álvaro es un jugador pensado para el medio plazo, pero la confianza y la oportunidad son determinantes.

La cabeza levantada

En diez conceptos, Medrán es calidad en el pase, capacidad para eliminar rivales en conducción, manejo de las dos piernas, salida por los dos perfiles, agilidad, facilidad para asociarse al primer toque, precisión en largo, recorrido de área a área, personalidad y un fantástico disparo de media y larga distancia, con la diestra y con la zurda. En ello insisten sus actuaciones en las categorías inferiores del Real Madrid y los dos goles que ha dejado con el Getafe en la recta final de la temporada, uno enorme ante el Betis —con la izquierda— y otro ante el Valencia. Tras superar una fractura de peroné y estar cuatro meses parado, terminó mostrando sus condiciones en la etapa final de Fran Escribá y en el estéril rebrote experimentado con Esnaider. Casi siempre como fijo, en un contexto marcado por la agónica lucha por la salvación. Pese a la lesión, Medrán ha participado en 20 partidos, 16 de ellos como titular.

En el Getafe ha jugado junto a Juan Rodríguez o Mehdi Lacen (alternando funciones en una especie de ‘doble ocho’ en la sala de máquinas), liberado por delante de ellos, como interior y también como referencia en la salida, como finalizó en el partido del Calderón ante el Atlético, por ejemplo. Medrán no es un especialista defensivo.

Inteligencia y resistencia

No muerde, el juego áreo no es su fuerte y tampoco es un atleta pleno de potencia. Sin embargo, tras esa aparente fragilidad rompe un chico inteligente, capaz adaptarse y que entiende el juego. Todo eso le permite defender por posición, anticipación, determinación y acción (trabajo, esfuerzo). Por su naturaleza podría liderar una línea de presión en campo rival y brillar en la recuperación rápida tras pérdida. No es un armario ropero, pero sí tiene resistencia y piernas para superar los 11 kilómetros recorridos de media por partido.

Zona de creación-finalización

Cuando su equipo tiene el balón, aparece el ‘medranismo’ en su máxima expresión: ofrece apoyos —tanto por delante como por detrás del balón—, genera sociedades, busca romper líneas de presión con sus pases, entiende la seguridad y el pase horizontal, llega al área rival, sabe girar y jugar de espaldas. Medrán es un interior. Podría actuar como relevo de André porque está capacitado para activar el juego entre líneas y tiene recorrido. Como conductor, es una pieza perfecta para engarzar construcción y finalización. Sobre todo, es una alternativa natural para Parejo, aunque sus estilos nada tienen que ver: Medrán es más eléctrico y explosivo.

Son compatibles totalmente y podrían cuajar como socios. Pivote distinto a Javi Fuego, en la cantera del Real Madrid también fue mediocentro de referencia por su calidad para salir desde atrás jugando, aunque en ocasiones asume riesgos y comete errores que se pagan caro cerca del área propia, necesita más solidez en el pase. En esa posición necesitaría la ayuda de un compañero más físico y agresivo. Cuando está presionado, baja su precisión y pierde claridad. Ese es otro punto donde puede mejorar. La cantera del Madrid es una cosa, el Getafe otra y las riendas del Valenciapalabras mayores.