Munir no es Alcácer. El madrileño y Paco tienen cualidades diferentes, pero eso no significa que la etiqueta de recambio le vaya a venir grande. Al contrario, El Haddadi va a potenciar alternativas de juego con las que no se contaba hasta ahora: juego entre líneas, velocidad, verticalidad, desborde partiendo desde las bandas, capacidad de asociación, salida en conducción y claridad en el remate. La definición, mano a mano con el portero, es una de sus virtudes más características. Munir tiene justo lo que se ha echado en falta ante Las Palmas o Eibar.

Munir no tenía sitio en el Barça, pero puede ser un magnífico refuerzo para el Valencia. Tomando perspectiva, al Celta de Berizzo iba a llegar con el cartel de fichaje de lujo. Calidad la tiene toda, aunque para valorar sus números (45 partidos en el Barça, 10 goles más 10 asistencias) es mejor a leer entrelíneas. Tras su estreno en La Liga, con gol incluido ante el Elche, en la primera jornada del curso 2014/15, Luis Enrique dibujó un perfil imprescindible para conocer al delantero: «Entrena igual que juega, incluso mejor, y nos da muchas opciones. Además de gol tiene muchísima velocidad, personalidad y capacidad competitiva». Luis Enrique destacó su mentalidad y versatilidad. Tenía 18 años y 357 días. Después, el rendimiento del trío Neymar-Suárez-Messi le ha dejado poco margen durante los dos últimos años. Si bien, la temporada pasada concretó un buen puñado de partidos, fue clave ante el Bayer Leverkusen en Champions, y fue uno de los protagonistas en las primeras ronda de la Copa del Rey. Aunque en los momentos determinantes, no tuvo espacio.

Explosión a toda velocidad

La exigencia del Barça es tremenda. No hay tiempo ni espacio. Munir llegó lanzado al verano de 2014. El Mundial abrió la pretemporada a varios canteranos y el hispano-marroquí no lo desaprovechó. Un trimestre antes, había sido la estrella total de la primera Youth League, fue campeón con el Barça, máximo goleador con 11 dianas y mejor asistente con cinco pases definitivos.

En la final, ante el Benfica se exhibió: abrió el partido con una acción zigzagueante por banda (remachada por Rodrigo Tarín), hizo el segundo con una gran definición desde once metros y selló definitivamente el triunfo con un gol desde el centro del campo en el que desparramó clase y visión. La machada dio la vuelta al mundo. Todo iba rodado.

Por entonces, Munir ya había debutado con éxito en el filial. Pese a su acción en categorías inferiores, nunca había sido citado por España, pero rompió esa barrera de inmediato. En unos meses pasó de jugar la Ronda Elite Sub19 a debutar con la absoluta. El 4 de septiembre de 2014, con 19 años, recibió su primera llamada con la Sub21 y cuatro días después se estrenó con España, tuvo 13 minutos en el Ciutat frente a Macedonia, justo en el partido en el que Paco Alcácer se estrenó como goleador. La lesión de Diego Costa permitó a Del Bosque liquidar el debate del momento.

Munir nacido en San Lorenzo de El Escorial y criado en la vecina Galapagar, estuvo muy cerca de jugar para Marruecos. Su padre, Mohamed El Haddadi, nació allí y su madre es de Melilla. Hubo polémica por la precocidad, pero España se aseguró un gran talento, más allá del boom Munir. Superado el trance, el atacante ha sido fijo en la Sub21 de Albert Celades.

Galapagar y La Masía

Goleador por naturaleza, Munir se recicló como atacante de banda cuando ingresó en la cantera del Barça, con 15 años, pero su evolución y su dinámica sobre el terreno de juego insisten en su potencial como nueve, marcan una especie de regreso al futuro prometedor. Delantero zurdo, rápido y regateador, pero algo tosco en La Masía trabajaron para pulir a fondo su técnica. Munir comenzó a jugar en la calle y destacó en distintos clubes pequeños de Madrid hasta que fue captado en cadetes por el Atlético. El curso 2010/11 fue crucial, sin debutar como rojiblanco, fue cedido al Rayo Majadahonda, marcó 32 goles en 29 partidos. Pudo ser del Manchester City, del Getafe, del Rayo o del Osasuna, pero prefirió marcharse a Barcelona.

La referencia de la Supercopa

Munir no es un punta clásico, no está preparado para jugar de espaldas y descolgar balones, tampoco es un cazador tan instintivo en el área pequeña como Alcácer, pero sus movimientos y su dominio del remate insisten en una dirección: el madrileño va a sorprender. Zurdo cerrado, maneja también la derecha y el remate de cabeza. En el área pequeña también se maneja con autoridad, en uno o dos toques. No parece el más rápido y tampoco el más coordinado, pero desborda, asiste y llega.

Su rendimiento en la Supercopa de España, con el Sevilla como adversario, es un termómetro efectivo. En la ida, comenzó en el banquillo y actuó como punta izquierda los últimos 15 minutos. Tiempo suficiente para dejar un gol (0-2, minuto 80) marca de la casa: desmarque al espacio entre los centrales, pase preciso de Messi buscando la profundidad y definición precisa con la izquierda. La acción es de muchos quilates.

La espalda de los defensas

Munir no es un punta para vivir pegado a los rivales, mejora cuando puede jugar de cara y atacar los espacios. Como delantero es profundo y vertical. Puede descolgarse y brindar apoyos, encaja en el juego de posición, pero es perfecto para el ataque rápido y el contragolpe. Lanzado en velocidad es frontal y obliga a los defensas a recular. Sus desmarques de ruptura son un lujo para un buen pasador. Munir apoya la salida por fuera y termina por dentro, buscando morder sobre la zona más débil, el espacio entre el central y el lateral o por el pasillo troncal, como ante el Sevilla. Es un proyecto... ilusionante.