Tres derrotas y ocho goles en contra en las tres primeras jornadas. Treinta años llevaba el Betis sin ganar en Mestalla. Colistas junto al Celta con cero puntos y San Mamés sin Enzo Pérez en el horizonte. Son las consecuencias del caos en el que se ha convertido este Valencia que jugó rematadamente mal en los primeros setenta y cinco primeros minutos y tiró de heroica con 0-2 en el último cuarto de hora para empatar el partido con la chispa de Munir y los goles de Rodrigo y Garay. Pero el punto era demasiado premio. Rubén Castro recuperó en el tiempo de descuento una victoria que el propio Betis se había empeñado en perder incomprensiblemente con superioridad numérica en el marcador. El Valencia de Pako Ayestaran a fecha de hoy no es fiable. Ataca mal y defiende peor. Quizás el técnico tenga que replantearse la forma de jugar. Este no parece el camino.

Debutaron Garay y Mangala en el centro de la defensaGarayMangala, pero la vida sigue igual. Continúa siendo muy fácil crearle peligro al equipo. Este equipo defiende mal y no es cuestión de nombres propios. Tampoco ayuda que Cancelo siga estando verde en defensa tres años después y que el futbolista que está llamado a sujetar al equipo entre los centrales y los volantes ofensivos sea el peor del partido. No estuvo bien Mario Suárez. Lento y con pérdidas prohibitivas que comprometieron al resto de sus compañeros. Cortocircuitó el centro del campo y kilómetros y kilómetros a la espalda de los laterales. Rubén Castro jugó a placer y tuvo todas las facilidades del mundo para marcar. Metió una pero pudieron ser más. Tuvo tiempo para mirar donde quería poner el balón y lo puso fuera del alcance del también debutante Diego Alves. Tampoco los problemas estaban en la portería. Los únicos que se salvaron arriba fueron Nani y Santi Mina. De sus botas salieron las jugadas con más peligro. El Valencia se iba al descanso con derrota y sin Gayà. El de Pedreguer entrenó el sábado con fiebre, estaba débil y pagó el esfuerzo.

Pako también intentó buscar la reacción echando mano del banquillo. Hizo el cambio que veía todo el mundo. Dio entrada a Medrán por Mario Suárez en un intento de hacerse fuerte en el centro del campo. No sirvió de nada. Inmediatamente después fue expulsado Enzo Pérez en una acción que, cargado con una amarilla de la primera parte, se podía haber ahorrado. Lejos de reconstruir el equipo e intentar recolocarse en el campo con un menos, el equipo se desmoronó y, lo más grave, se desajustó. Pako quedó retratado en el segundo gol del Betis. Su equipo cerró desastrosamente mal y Joaquín tuvo todo el tiempo del mundo para pensar cómo superar a Diego Alves en el mano a mano. Para colmo el Betis comenzó a tener tocar y tocar con los olé y olé de la grada. Todo era un despropósito. Nani perdía los nervios con una entrada terrorífica a Petros. La última bala para intentar entrar en el partido fue Munir y lo hizo. Dio chispa a un ataque demasiado previsible. El delantero entró con buen pie y envió un balón con la zurda al larguero en una de sus primeras intervenciones. El partido parecía muerto con inferioridad numérica y sin ideas. Y ahí, en medio de ese escenario fúnebre, apareció el Valencia. El Betis se dejó ir y el Valencia dio un paso adelante de la mano o mejor dicho de los pies de Parejo. Siempre Dani. El capitán -recogió el brazalete de Enzo tras la roja- combinó con Nani y se inventó el pase del gol de Rodrigo. Minutos después botó el saque de esquina que cabeceó Munir y remachó Garay. El Betis se achicó y el Valencia se hizo grande. La tuvo Munir. También Cancelo y un Rodrigo que pidió penalti, pero el final iba a ser cruel. El jarro de agua fría llevaba en forma de gol. De 2-3. Otra vez Rubén Castro. Otra derrota. Otra decepción. Arregla esto, Pako.