Si uno se detiene a analizar el rendimiento de Aderllan Santos no tarda en llegar a la conclusión de que el brasileño atraviesa ahora mismo por su mejor momento desde que llegó al Valencia hace poco más de un año. Al zaguero la etapa de Voro al frente del banquillo le ha servido como inyección de confianza. Conoce sus virtudes y también sus debilidades, algo que le ha hecho crecer de un tiempo a esta parte. Sobre el césped, Santos juega con inteligencia para ayudar cada vez más al colectivo. Como confesó en declaraciones a VCF Radio, este verano repasó los partidos del año pasado y entiende que la afición le criticara. «Tienen razón», reconoce decepcionado, un testimonio que esconde un día a día de dolor y frustración. La crítica le hizo daño y al futbolista se le presentó la disyuntiva: hundirse en la miseria o superarse a sí mismo. Mestalla, en efecto, vivió ante el Atlético la comparecencia más positiva del zaguero. Se siente reforzado. Y no ha sido fácil. Para lograrlo ha tenido que llevar a cabo una superación física y psicológica. SUPER descubre la historia más ´humana´ de Aderllan.

El central cayó en medio del escenario de mayor inestabilidad de los últimos años, la cuarta peor temporada de la historia del club de Mestalla, donde muy pocos jugadores más allá de la portería exhibieron su verdadero potencial, llegando a mostrar cotas muy bajas de rendimiento cada fin de semana. Sin margen para periodos de adaptación -vino de un fútbol más directo y menos sofisticado, el portugués-, la primera línea, junto con las inflamadas expectativas del año anterior, donde Mustafi y Otamendi rindieron a un nivel estratosférico, acabaron por degradarlo a la carrera. Para él fue verdaderamente frustrante. Pronto se convertiría en objeto de críticas y, en algunos casos, también de burlas y ataques. Un panorama que no es plato de buen gusto para nadie y que minó su confianza. La pitada de la última presentación, sin ir más lejos, le dolió. Sufrió en silencio. Al acabar la temporada se fue a su país y tras un año tan traumático, cuando volvió lo hizo alejado de su mejor versión en el plano físico. Para su familia tampoco fue fácil. Su idea, sin embargo, era fija: la de quedarse en el Valencia para revertir la situación. Estaba convencido de que a base de trabajo y sacrificio lo acabaría logrando más pronto que tarde. El brasileño es todo corazón.

Conserva aquella fotografía

Después del primer entrenamiento tras las vacaciones vio cómo comenzó a circular por las redes sociales una fotografía de la sesión en la daba la sensación de que estaba bastante pasado de peso. Santos se dio cuenta de que algo no estaba haciendo bien y quizá se había dejado ir como consecuencia del sufrimiento del último año. Entonces comenzó una lucha para ser mejor futbolista, dejar atrás cualquier complejo y llegar al corazón de Mestalla, un proceso en el que está involucrado al cien por cien a día de hoy. La fotografía la conserva en su teléfono móvil y le sirve como inspiración para ser más fuerte y mentalizarse para que no vuelva a pasar. A día de hoy está fino, a tope físicamente. Una puesta a punto lograda a base de ánimo de revancha. Sus visitas de madrugada a la Ciudad Deportiva de Paterna eran habituales. El brasileño llegaba y se ponía a correr dándole vueltas al campo para alcanzar el nivel de los demás compañeros cuanto antes. Solo así podría ayudar al equipo. Después entrenaba con normalidad. Su nivel de confianza también subió. Hoy por hoy está por delante de Abdennour -ha sido titular desde la lesión de Garay- y su implicación es total. Hace poco más de un mes tuvo un bebé, su mujer está en Brasil y todavía no ha tenido la oportunidad de conocerlo.

Y no será por ganas. Como cualquier padre en su situación, el pequeño es la mayor ilusión de Aderllan. No ha pedido permiso al club para viajar a su país, ni siquiera durante este paréntesis de competición, porque siente la llamada del deber. Ahora, cree, debe estar en València para entrenar y sumar con el objetivo de relanzar al equipo de una vez por todas. Eso es lo que pasa por su cabeza. Mientras, se consuela con verlo en fotografías. Fotografías que le gustaría compartir en las redes sociales pero no es fácil viviendo permanentemente en el centro de la diana. En su primer año sufrió en silencio. Ahora quiere dejar atrás este panorama desgarrador. Los futbolistas también son personas y él lo ha pasado mal. Eso, no obstante, ya es pasado y piensa en futuro. En seguir creciendo y convencer a Mestalla. Está en su mejor momento, a disposición de Prandelli y al servicio del equipo desde la humildad y el trabajo. Su comparecencia medida ante el Atlético, donde bregó en el cuerpo a cuerpo, recuperó balones y desbarató el peligro ante atacantes de primer orden sin errores, es un buen punto de partida.