Durante el partido ante el Betis, el lenguaje corporal de Mangala y Garay marcó de forma evidente uno de los problemas del equipo: faltaba coordinación, armonía y entendimiento. Obligados a conjuntarse en competición, los dos centrales hablaban y gesticulaban en busca de soluciones. La situación es lógica. El francés y el argentino fueron fichados el último día de mercado, debutaban tras unos pocos entrenamientos y era su estreno como dupla en una de las posiciones más delicadas del fútbol, más todavía dentro de una estructura empeñada en descubrir los puntos débiles de sus zagueros. Nunca habían actuado juntos, tampoco con Cancelo y Gayà (después Montoya). El que puede interpretarse como quinto pilar de la zaga „Mario Suárez„ había debutado como valencianista en Ipurua; el domingo, en su segunda titularidad, duró 45 minutos. Con este panorama, Ayestaran también decidió cambiar de portero: Diego Alves volvió al once después de dos jornadas en la grada.

Demasiados cambios en un conjunto todavía por conjuntar. El Betis, con una de las plantillas que más se ha reciclado este verano „entrenador incluido„ demostró, durante muchos minutos, tener las cosas más claras y un plan mejor.

Columna desvertebrada

Mario Suárez, Garay, Mangala y Alves. El bagaje conjunto de la base de la columna vertebral, con la excepción del portero brasileño, era de 77 minutos (Mario, ante el Eibar) antes del partido ante el Betis. En esas condiciones, más allá de los riesgos que Pako Ayestaran asume para desarrollar su idea de fútbol (laterales lanzados, pressing tímido, carencias en el repliegue), ofrecer unos mecanismos sólidos es complicado. No han habido pruebas, no ha habido pretemporada con toda la plantilla, ni líderes para la transición. Eso se paga.

La tercera jornada dejó al Valencia como caso único en LaLiga. En negativo. Ningún otro equipo estrenó, a la vez, pareja de centrales y portero. Espanyol y Granada, también con dramático desenlace, estuvo cerca, pero sin llegar a ese nivel. Paco Jémez acopló por primera vez a dos jovencitos como Rubén Vezo y Gastón Silva, que ya había jugado una hora ante Las Palmas. Por delante, jugaron Samper y Agbo. Todo nuevo. La afición de Los Cármenes todavía no conoce a la mitad de sus jugadores. El Barça también estuvo cerca. El pinchazo ante el Alavés se explica desde distintos puntos de vista, pero Luis Enrique hizo entrar en rotación a toda su defensa: Sergi Roberto Alba, Piqué, Umtiti y Jordi Alba por Aleix, Mascherano, Mathieu y Digne. Cillessen debutó bajo palos y como fijo sólo quedó Sergio Busquets.

Trabajo, confianza y resultados

El Celta, colista, también ha sufrido cambios permanentes en defensa (Cabral, Roncaglia y Sergi Gómez han bailado) y su referencia en la medular, Marcelo Díaz, está lesionado. Pese a todo, ningún caso iguala al VCF. No todo es mala suerte. La posición de poste bajo es esencial y ahí Pako fijó a Enzo durante la pretemporada. Mario Suárez, Parejo y Enzo han jugado juntos sólo un par de horas.

El Valencia necesita asentarse. Es cuestión de trabajo, continuidad y confianza. Faltan mecanismos, partidos y tiempo, una última condición en riesgo porque depende de los resultados. No es una excusa, pero el escenario también es una desventaja para Ayestaran. Tras el partido ante el Betis, Garay dio la clave que puede aliviar parte de los problemas a corto plazo: hay calidad para mejorar rápido y jugadores determinates. Sin embargo, también marcó una serie de potentes enemigos del flow en competición: ansiedad, nervios, frustración y la necesidad de puntos.