Tras la victoria cosechada ante el Sporting de Gijón no se produjo ninguna gran comunicación entre Cesare Prandelli y sus futbolistas más allá de la felicitación por el esfuerzo y el trabajo bien hecho. Tampoco se explayó el italiano durante la mañana de ayer, en el reencuentro con el resto de la plantilla en Paterna. El técnico sabe que ahora no es momento de tener grandes charlas, ahora es momento de trabajar y en eso concentra todas sus energías, si bien no quiso dejar pasar la ocasión de trasladar a sus hombres un mensaje para que sepan que esta es la línea a seguir. "Estoy muy contento con vosotros. Era muy importante volver a la senda de la victoria y de la confianza", comentó tras la victoria en El Molinón. Sus palabras en privado desprenden por sí solas energía positiva y representan a un Prandelli al que se le adivina feliz dentro de un marco de cautela. El italiano no es un hombre dado a bravatas innecesarias, sabe que es importante trabajar desde la victoria pero es plenamente consciente de que queda mucho trabajo por delante para relanzar al Valencia.

Prandelli le ha comunicado a la plantilla que en este instante del proceso en el que trabaja ahora mismo con el objetivo de ensamblar al equipo desde el equilibrio y la consistencia prefiere no distaerlos con grandes charlas pero ha avisado de que durante la semana, a medida que los protagonistas vayan cumpliendo rutinas de trabajo y asimilando conceptos, irá especificando a algunos aspectos que considera que deben corregirse para mejorar al colectivo. Está todo planificado. El italiano tiene en la mente qué es lo que va a hacer durante el resto de la semana. De momento, la química con el vestuario es evidente. "Ha sabido por dónde empezar a meterle mano al equipo", asegura un futbolista. Su visión realista del problema y un amplísimo bagaje a sus espaldas son solo parte del perfil que dibuja durante sus primeros días en el banquillo. Cesare, además, demuestra domina los códigos. En el viaje de vuelta desde Asturias, la parte trasera del avión en el que viajaba la expedición con destino Manises era una pequeña fiesta.

Los jugadores jugaban a las cartas, al parchís y reían, totalmente liberados después de lograr una victoria en la que tuvieron que sufrir y de lo lindo. De pronto, Prandelli se levantó y dirigió la mirada hacia atrás, tratando de escrutar el comportamiento de sus hombres. La reacción de los futbolistas fue propia del que teme que le llamen la atención. Inmediatamente bajaron el tono de voz. El italiano solo se dirigía al baño, les dejó completamente a su marcha y ellos volvieron a lo suyo. Habían logrado el objetivo, que era poner la primera piedra de la reacción, y el técnico entendió que era el momento de respirar porque en unas horas estaban citados en Paterna para arrancar una semana de alta exigencia en la que debe preparar psicológicamente al grupo para ganar al Barça.

Tras la defensa, el ataque

El técnico ha previsto una semana sin descansos. No habrá días libres hasta después de jugar ante el Barça y encadenarán 13 días sin descansar. "Los entrenamientos son más largos y mucho más intensos que antes", relata otro jugador. Ciertamente, las sesiones del italiano duran no menos de una hora y media cuando antes eran solo de cincuenta minutos. Este lunes, después de dos semanas centrado en potenciar la defensa y el equilibrio táctico del equipo, pasó al ataque. Tras un primer tramo de trabajo físico machacó la finalización de jugadas de ataque con todos sus efectivos. Desde el primer delantero hasta el último central. Quiere lograr mayor eficacia al juego ofensivo. Primero, un ejercicio canalizando el juego por las bandas, después entrando por el interior. Prandelli está "contento", pero manos a la obra.