Es el partido. El mano a mano con el Depor ofrecerá claridad sobre el nivel de mejora auténtico del equipo y del impacto efectivo de Prandelli tras sus primeras cuatro semanas de trabajo. Conquistar Riazor, mantener la 'sensación' de evolución o alcanzar un buen resultado -como mínimo- son cuestiones fundamentales para reforzar el estado de ánimo del grupo y alimentar el ambiente de ilusión, credibilidad y motivación instaurado. El italiano ya no contará con la efervescencia que siempre genera el debut de un entrenador nuevo -como sucedió en El Molinón- o la explosión competitiva que siempre propicia la visita del Barça. El Depor es un adversario necesitado, herido y con problemas graves; planteará dificultades distintas, a través de armas diferentes. Gaizka Garitano se está jugando mucho. Por eso habrá que centrarse en obtener la mejor versión posible. Con Prandelli, el Valencia ha mejorado en organización, equilibrio y mentalidad. También en energía. El rendimiento objetivo, en números, reflejan un salto en 'distancia recorrida'. La estadística de LaLiga no analiza la calidad de las carreras o la intensidad, pero ese dato mezclado con la estampa de bloque más resistente, estable y acoplado dan valor a esos 113 kilómetros completados ante Sporting de Gijón y FC Barcelona de manera consecutiva.

Para comprobar si el Valencia ha estabilizado su 'tono físico' habrá que esperar a Riazor... también al partido ante el Celta. Lo que está claro es que el equipo corrió siete kilómetros más ante el Barça que, por ejemplo, ante el Atlético en Mestalla. Trece más que en San Mamés, en el último encuentro de Pako Ayestarán. El pasado sábado, el Valencia superó al Barça con ocho kilómetros más recorridos. Por segunda vez esta temporada, coincidiendo con la entrada de Prandelli, tres jugadores -como mínimo- superaron la barrera de los once kilómetros recorridos, según los datos de LaLiga Stats. Hasta el partido en El Molinón, sólo un futbolista del Valencia había superado esa barrera: Parejo, ante Las Palmas, Leganés y Atlético. Peor todavía, ha habido futbolistas por debajo de la frontera de los diez entre los tres mejores. El dato es pobre e insiste sobre uno de los primeros diágnosticos que Prandelli: quería un bloque más fuerte e intenso.

Mejor organizados

Jugar mejor no pasa por correr más sino por estar mejor organizados. El fútbol es cuestión de calidad y no de cantidad, sin embargo, en momentos de crisis o duda hay valores que ayudan a simplificar las cosas. El contacto físico, el control de las segundas jugadas, la agresividad... la intensidad y sus derivados ayudan en defensa y en ataque. La distancia recorrida es un dato más dentro de un contexto. En este caso, insisten en un escenario de evolución y mejora. Detrás está el trabajo de Prandelli. A falta de mecanismos más sofisticados y de una estructura consolidada, correr (más) es bueno para la salud del Valencia.

La involución del Depor

Es más importante el cómo correr que el cuánto correr. Estar en el sitio adecuado en el momento justo tiene que ver con la táctica y la ejecución, pero al Valencia le faltaba fuerza, vigor y ritmo. También mentalidad, confianza y estabilidad emocional. El modelo de juego, el tipo de presión, el tipo de defensa, el adversario, el estadio, las condiciones climatológicas, las expulsiones o el número de córners influyen en el cuenta kilómetros. Todo forma parte del mismo circuito, para competir con regularidad hace falta pizarra, piernas y coco. Si una pata falla es posible que empiece a dañar el funcionamiento de las otras dos. Por eso, el equipo no terminaba entero los partidos. El Deportivo es el ejemplo más claro: vendió a Lucas Pérez, después cayó lesionado su recambio (Joselu) y perdió gol; sin fuelle para encontrar portería, sus despliegue físico empezó a resentirse y finalmente terminó afectando a su solidez defensiva -lo único que funcionaba- y a los resultados en un triste proceso de involución.

Para muchos entrenadores la fatiga mental es la más importante, esa es la que merma la capacidad de resistencia, la concentración y empeora la toma de decisiones. En este apartado también ha habido un salto. Más allá del resultado ante el Barça, varios futbolistas dejaron la sensación de fluir sobre el campo, de haber limpiado su mente, aunque el final del partido no fue perfecto en ese sentido.

Intensidad... mental

El Valencia empezó conteniendo para después dar un paso al frente (valiente) a través de una presión avanzada, se abrió y jugó de tú a tú interpretando una partitura exigente y brutal por desgaste. Prandelli entendió que el equipo estaba listo para dar ese paso y acertó: durante muchos minutos superó al Barça, en físico y mentalidad. Se vio un poco más de lo que el italiano pretende a medio plazo, dentro de ese contexto de soluciones prácticas, sencillas y austeras, pero faltó más concentración, más mecanización, más control y un poco más en esa intesidad mental, clave en la toma de decisiones (marcaje en balón parado, último pase en contragolpe o definición y el penalti). Prandelli y el equipo están en ello. Riazor será un partido de correr mucho y pensar todavía mejor.