El Valencia CF acudió a Riazor con la lección dada. El mensaje que había corrido por el vestuario era claro: El camino más sencillo para hacer de la victoria un hábito es mantener viva la concentración durante 90 minutos. El ejemplo para un equipo necesitado de puntos como ningún otro de su naturaleza en esta Liga descansaba fresco en la memoria, la segunda mitad del Valencia-Barça. Pero sólo unos pocos, entre los que destacó Eliaquim Mangala, parecían conectados con una adecuada carga de tensión. La construcción del bloque que comenzó en semanas anteriores sufrió ayer un paro inesperado. El equipo compacto se esfumó en A Coruña, sobre todo, en la primera media hora de la contienda.

"Hemos dado un paso atrás", reconoció el propio arquitecto, Cesare Prandelli. La conexión de los tres medios puros (Mario Suárez, Enzo Pérez y Dani Parejo) con la defensa sufrió un exceso de cortocircuitos que cada vez iba dando más alas al Deportivo, mientras tanto, en el ataque un desacertado Rodrigo echaba por tierra las buenas asistencias de compañeros como Nani y Enzo y también sus propios movimientos de desmarque y desgaste a dos centrales que, curiosamente, dejaron de padecer cuando él se marchó del campo.

Los pupilos de Cesare Prandelli corrieron, incluso, más que el Depor, pero esta vez los kilómetros tuvieron menos sentido que en las citas anteriores. Los gallegos salieron enrabietados a su campo con el fin de escapar del descenso y sanar las heridas de guerra del derbi con el Celta de días atrás. Al ritmo del turco Emre Çolak los blanquiazules condujeron demasiado atrás a los valencianistas, demasiado cerca de Diego Alves, nuevamente clave. El Valencia empezó con un par de disciplinados repliegues, aunque conforme se fue amontonando atrás por sus propios errores, no supo cómo jugar. No supo crear fútbol desde la defensa, demostrando que con espacios y el veloz Cancelo al mando la cosa funciona, pero que el juego en estático sigue siendo el debe principal. Durante 25 minutos los de taronja i negre este lunes se transformaron en una máquina de perder balones... Desde la banda de Abdennour, desde la de Montoya y por el centro, con Garay y Mario Suárez desdibujados e imprecisos.

Las pérdidas facilitaron el día al Depor y desencadenaron desajustes defensivos y ocasiones de gol para los coruñeses. Como la del 0-1 anotado Çolak, libre de marcas en el corazón del área, fruto de un fallo en cadena que se inició con una de tantas pérdidas. Abdennour se vio sin ayudas en la izquierda, el centro desde allí lo atacó el turco convirtiendo un gol ante la mirada de centrales y mediocentros. Los primeros se desplazaron hacia el costado izquierdo y los segundos estuvieron pasivos en la ayuda.

En las facetas defensivas Mangala sobresalió sobre el resto, por momentos sólo él daba la sensación de tener clara su posición detrás para tapar los vacíos que encontró el Deportivo de Garitano. Más seguro con el balón y mejor colocado que sus compañeros de zaga, Eliaquim no quiso complicarse con la pelota en el pie, abortó centros con peligro del turco Çolak y venció en todos los duelos aéreos que pudo disputar. Mangala creció en el partido de menos a más, como el equipo, pero en un grado superior. Marcó raya en su portería y pudo marcar en la del Depor. Con el patrón del segundo acto ante el Barça el Valencia mejoró, empató con gol de Rodrigo y apretó con Nani como asistente y comandante del ataque.