Amadou Diawara fue uno de los hombres del mercado. Su fichaje frustrado fue motivo de todo tipo de titulares durante el verano. García Pitarch trató su incorporación con el Bolonia y sus agentes estuvieron en el palco de Mestalla presenciando el último partido de LaLiga ante la Real Sociedad. Más claro, el agua. Después, la oferta del Valencia fue insuficiente para las pretensiones económicas del Bolonia. El futbolista quería jugar en Mestalla, pero no hubo entendimiento. El mediocentro terminó declarándose en rebeldía y se marchó a su país (Guinea) hasta que el Nápoles desbloqueó la situación con una oferta en torno a los 15 millones de euros. En cuestión de semanas se habló mucho de la Roma, de un posible castigo (una temporada viendo los partidos desde la grada) y de más clubes. Finalmente, fue Cristiano Giuntoli, director deportivo del Nápoles, quien convenció al patrón Aurelio De Laurentiis para invertir parte de la fortuna ingresada por la venta de Gonzalo Higuaín (90 millones de euros) en el joven africano. El tiempo le está dando la razón, también a García Pitarch. Hoy, Diawara es uno de los jugadores de moda en el Nápoles, ha aparecido con éxito en la Champions y se ha hecho con la titularidad aprovechando el momento de forma (bajo) de Jorginho.

Diawara era una apuesta buena. Por edad (19 años), calidad, rendimiento presente y plusvalía futura en el mercado. García Pitarch terminó reforzando la plantilla con Mario SuárezMario Suárez, pero su perfil no es incompatible. Al contrario. Seis meses después, la secretaría técnica sigue peinando el mercado y barajando opciones en busca de un mediocentro. Cuestión de número y también de calidad.

El mediocentro que falta

García Pitarch llegó hasta donde pudo. El director deportivo y su equipo hicieron el trabajo que correspondía: seguimiento, desplazamiento, contacto con los agentes, acuerdo y negociación... malograda. Aquí, los tiempos y la planificación son fundamentales; también el margen de maniobra (económico) que Peter Lim otorgó a García Pitarch para atacar la operación. En verano, se habló de una oferta sobre los 12 millones de euros y por poco más terminó en el Nápoles. Entonces, Suso manejaba un presupuesto estrecho. No contaba con los más de 70 millones que dejó la venta de Paco Alcácer y Shkodran Mustafi. Cuestión de plan y de guión. Con Amadou Diawara no sirvió llegar antes y mejor que la competencia.

Proceso de adaptación lógico

En cuatro partidos de Serie A y dos de Champions, Amadou Diawara ha conquistado a la afición del Nápoles. La crítica todavía mira con lupa sus actuaciones. Con 19 años, no es un mediocentro perfecto (todavía comete errores de espacio, tiempo y posición) pero su capacidad no se discute y tampoco la fuerza con la que ha irrumpido. Por energía, capacidad defensiva, ritmo y físico se ha comido a Jorginho, fundamental el curso pasado, pero bajo de forma. Diawara está aprovechando la oportunidad. Entrar en el equipo de Maurizio Sarri no ha sido fácil. Primero, por la atípica pretemporada, que se saltó hasta su llegada al Nápoles. Después, por Jorginho. Y tercero por el periodo de adaptación y aprendizaje técnico-táctico al que le ha sometido su entrenador.

El rendimiento de Amadou está crecciendo. En su debut como titular ante el Crotone, buscó la seguridad, se mostró demasiado horizontal y generó perdidas por jugar de espaldas siendo el organizador. Después ha ido liberando sus virtudes: juego al primer toque, verticalidad, dinamismo, despliegue físico, recuperación. Con él, todo cuadra mejor. Con 19 años, se planta en el medio y juega con una seguridad de impresión.