El vestuario del Valencia está muy molesto con Layhoon Chan. De un tiempo a esta parte los futbolistas del conjunto que dirige Prandelli están de uñas con la presidenta. No comulgan con sus últimas declaraciones porque interpretan que les ha sometido a un linchamiento, abriendo todavía más la brecha con la afición y señalándolos como los grandes responsables de una situación crítica en cada una de sus últimas comparecencias públicas, al punto que entre los actores principales del Valencia anida la convicción de que Layhoon, en su momento de mayor debilidad desde que llegó al club, ha aprovechado la coyuntura para tratar de reafirmarse sí misma a costa de descargar la culpa sobre una plantilla tocada, que viene de alcanzar su cota más baja de credibilidad consumando la cuarta temporada más triste del club. "Una cosa es asumir que se puede hacer más y otra es señalarnos como ha hecho", argumenta una voz importante del vestuario.

Quizá el más elocuente de todos ha sido el último mensaje lanzado por la cabeza visible de Meriton. "Los jugadores están muy cómodos. Mi hijo es joven, mayor que Gayà, y no trabaja tan duro como yo. Tengo que buscar formas de motivarlo. Los exjugadores sois grandes referentes. Necesitamos que los jugadores tengan fuego en el corazón para luchar por el equipo", dijo la presidenta en la Asociación de Futbolistas, intentando, como de costumbre, acotar a los resultados una crisis de profundidad estructural. Cada vez que habla sitúa a la plantilla en el centro de la diana. Focalizar todos los problemas del club en los jugadores es una lectura absurda y tendenciosa. ¿Se puede hacer más? La pregunta se responde por sí sola. Los futbolistas son conscientes de que son ellos quienes tienen que sacar al equipo adelante pero se sienten señalados. Más, cuando la autocrítica acaba en los límites del terreno de juego y no alcanza los despachos? "No es momento de echar culpas, es momento de trabajar y de sumar", indica otro jugador.

Bajó tras el partido ante el Leganés

Los jugadores no están dando la talla pero la realidad es que gravitan sobre un proyecto frío, sin sentimiento de pertenencia, donde ejecutivos que vivieron su primera experiencia futbolera cuando entraron a Mestalla resuelven las crisis en forma de balance de ingresos y gastos, como si el Valencia fuese una compañía farmacéutica, y donde el dueño, que ha abonado al club al despropósito, no aparece desde hace siete meses. ¿A qué se aferra uno en los momentos difíciles? "El ambiente es irrespirable", añade otro futbolista. Esta situación, que también comienza a afectar a Prandelli -en menor medida-, no es ajena a la presidenta. Tras el último partido, la vuelta de Copa ante el LeganésCopa , Layhoon decidió bajar al vestuario para despedirse de los futbolistas hasta después de vacaciones y tratar de recuperar la sintonía. Les dio la mano uno por uno, felicitó las fiestas, invitó a desconectar y a volver más fuertes para lo que queda de temporada. El paréntesis de la Navidad ofrece una tregua en esta relación de tensión.